En el exilio
¿Cuándo desaparece la fe?
Cuando Friedrich Nietzsche declaró “Dios está muerto”, añadió una pregunta: ¿Qué clase de esponja se precisa para limpiar todo un horizonte?
Yo hago esta pregunta con frecuencia porque en el curso de mi propia vida ha habido una mengua sin precedentes en el número de personas que acuden a la iglesia con regularidad.
Completando el círculo – De los libros de cuentos a la espiritualidad
Mi primer amor fue la literatura, las novelas y la poesía. De niño, me encantaban los libros de cuentos, misterios y aventuras. En la escuela primaria, me hicieron aprender de memoria poemas y me gustaba el ejercicio. La segunda enseñanza me introdujo en una literatura más seria: Shakespeare, Kipling, Keats, Wordsworth, Browning. Como algo extraordinario, todavía leo libros de cuentos, historias de vaqueros del viejo Oeste, tomadas del anaquel de mi padre.
La desesperación como debilidad más bien que pecado
Clásicamente, tanto en el mundo como en nuestras iglesias, hemos visto la desesperación como el pecado más grave e imperdonable. La simple opinión era que ni Dios ni ningún otro te puede salvar si tú simplemente te rindes, te desesperas, te haces incapaz de esforzarte. Casi siempre en la mente popular esto fue aplicado al suicidio.
Un libro extraordinario
Se afirma que Dorothy Day indicó una vez: No me llaméis santa. ¡No quiero ser desechada tan fácilmente! Una nueva biografía sobre ella escrita por su nieta Kate Hennessy (Dorothy Day – El mundo será salvado por le belleza: Un retrato íntimo de mi abuela), andará -creo yo- un largo camino previniendo a alguien de convertir a Dorothy Day -que pronto será canonizada por la iglesia- en lo que ella se temía, una santa de escayola que puede ser piadosamente idolatrada y luego no ser tomada en serio
Llegar a ser un mendigo santo
A excepción de la Escritura y de unos pocos místicos cristianos, la espiritualidad cristiana, hasta ahora, ha sido remisa en regalarnos una perspectiva para los años de nuestro retiro. La razón de eso no es ningún misterio. Hasta hace poco, la mayoría de la gente moría poco después de la jubilación, y así, pasados nuestros años activos, no había necesidad de una espiritualidad altamente desarrollada de la generatividad.
Quinientos años de incomprensión
Recientemente firmé una tarjeta para un amigo -un devoto bautista- cuya educación supuso cierto recelo de parte de los católicos romanos. Eso es algo con lo que él aún lucha; ¡pero todos nosotros no! La historia infecta por fin nuestro ADN. ¿Quién de nosotros está enteramente libre de recelo de lo que es religiosamente diferente de nosotros? Y ¿cuál es el remedio?
¿Qué hay en un nombre?
Estamos llamados a cambiar de nombre. Todos estamos familiarizados con el incidente de la biblia donde Dios cambia el nombre de Abrán por el de Abrahán. El cambio parece tan pequeño que con frecuencia ni siquiera es recogido por los que leen ese texto. ¿Cuál es la diferencia entre Abrán y Abrahán?
Cerrando un abismo insalvable
"Además de todo esto, entre tú y nosotros se ha abierto un gran abismo, de modo que los que quieran pasar de aquí a ti no pueden hacerlo, y nadie puede cruzar de allí a nosotros." Abraham dice estas palabras a un alma que está en el infierno en la famosa parábola del rico y Lázaro (Lucas 16, 19-21).
Castidad y amor
Ay de la castidad que no se practica por amor, pero ay del amor que excluye la castidad! Estas son las palabras de Benoit Standaert, un monje benedictino, y creo que se pueden ser provechosas para nuestra cultura de hoy, donde, en detrimento de todos, los sexualmente activos y los comprometidos con el voto de celibato por igual, la sexualidad y la castidad son generalmente vistas como opuestas entre sí, como enemigas.
Oda a la iglesia
Carlo Carreto fue un monje italiano que murió en 1988. Durante muchos años, vivió como eremita en el desierto del Sahara, tradujo las Escrituras a la lengua tuareg y, desde la soledad del desierto, escribió algunos extraordinarios libros espirituales.
Cómo responder
A veces, todo lo que puedes hacer es poner tu boca en el polvo y esperar. Es un consejo del Libro de las Lamentaciones; y, aun cuando tal vez no sea la mejor respuesta a las recientes revelaciones de abuso sexual del clero y su encubrimiento en la Iglesia Católica Romana, parece la única respuesta útil disponible hoy para mí como sacerdote católico romano.