Una vez más se demuestra que Dios escoge lo débil del mundo para confundir a los fuertes.

Una vez más se demuestra que Dios escoge lo débil del mundo para confundir a los fuertes.
’Señor, déjala todavía este año, yo cavaré alrededor, y le echaré estiércol, a ver si da fruto, si la cortas’.
“El Señor es compasivo y misericordioso”
Los humanos solemos errar en la valoración de las personas y de los sucesos.
Hoy se nos revela la fuente de la paz, de la serenidad, de la felicidad.
Hay frases con las que no se puede especular, son contundentes, directas, claras, incisivas.
Es un deseo aparentemente honesto conseguir la perfección con esfuerzo personal y de ese modo adquirir consciencia de cumplidor. Nuestra naturaleza es más proclive a conquistar que a dejarse querer y perdonar, pero a Dios le gusta más la humildad y el deseo de perdón.
Las tres llamadas son concéntricas y se polarizan en la afirmación esencial de que solo Dios es Dios, y nadie más merece nuestro reconocimiento, nuestra adoración y nuestro amor absoluto.
Hoy las lecturas se centran en el sentido de la escucha. La llamada a escuchar es una de las más importantes de toda la Sagrada Escritura. La encontramos cuando Dios va a comunicar a su pueblo el Mandamiento Principal: “Escucha, Israel”.
Por iniciativa de Dios, hemos recibido una revelación positiva, que nos permite conocer su identidad. Desde el Génesis al Apocalipsis, los textos revelados nos ofrecen lo que Dios ha querido decirnos de sí mismo.
Hoy es un día de rendir la mente, de sobrecogerse y adorar, porque acontece el plan que Dios tenía previsto desde antiguo: redimir a la humanidad haciéndose Él mismo hombre.