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La dos caras de la hipocresía

La dos caras de la hipocresía

¡Qué sutil es la hipocresía! Qué fácil es no ver nuestras propias incoherencias, aunque veamos tan nítidamente los defectos de los demás. ¿Estamos obstinadamente ciegos, o es que simplemente no vemos? ¿Es un problema moral o visual? Veamos estos ejemplos:

El permiso de Dios para la fatiga humana.

El permiso de Dios para la fatiga humana.

Alguien preguntó una vez a Teresa de Lisieux si estaba mal dormirse mientras se rezaba. Ella respondió: En absoluto. Un niño pequeño es igualmente agradable a sus padres, despierto o dormido – ¡probablemente más cuando duerme!

Renunciar al miedo

Renunciar al miedo

Un amigo mío cuenta esta historia: Era hijo único. Cuando se acercaba a los treinta años, aún soltero, cursando brillantemente una carrera y viviendo en la misma ciudad que sus progenitores, su padre murió, dejando a su madre viuda. Esta, que había centrado su vida en su familia y en su hijo, quedó comprensiblemente desolada. Gran parte de su mundo se derrumbó; había perdido a su esposo… pero aún tenía a su hijo.

La espiritualidad de Eugene de Mazenod

La espiritualidad de Eugene de Mazenod

Durante los años en que he estado escribiendo esta columna, en raras ocasiones he mencionado el hecho de pertenecer a una congregación religiosa, los Misioneros Oblatos de María Inmaculada. Esa omisión no es una evasión, dado que ser un Oblato de María Inmaculada es algo de lo que estoy no poco orgulloso. Aun así, raramente doy publicidad al hecho de que soy sacerdote y miembro de  una congregación religiosa, porque creo que, cuanto escribo aquí y en otras partes, necesita cimentarse sobre cosas que están más allá de los títulos.

La ley de la gravedad y el Espíritu Santo

La ley de la gravedad y el Espíritu Santo

Una teología y una ciencia cabales reconocerán que la ley de la gravedad y el Espíritu Santo son una sola realidad en el mismo principio. No existe un espíritu diferente de lo espiritual que pueda mantener lo físico. Existe un solo espíritu que habla por medio de la ley de la gravedad y el Sermón de la Montaña.

Piedad y humor

Piedad y humor

La piedad es enemiga del humor, al menos cuando algo que no llega a ser piedad se enmascara de piedad. He aquí un ejemplo: Una vez, conviví en una comunidad con un hombre excesivamente serio que, tras contar alguien un chiste poco decente, nos traía al orden con la pregunta: “¿Contaríais un chiste como ese ante el Santísimo Sacramento?” Eso no solo deshinchaba el chiste y a su relator, sino que también hacía desaparecer la animación del lugar.