Escuché a un religioso decir: “Ahora no no molestan tanto… Nos dejan en paz… Antes, solo recibíamos reclamos, programas, cosas que hacer, reuniones a las que asistir”. Ahora con el nuevo liderazgo, nos dejan más en paz. Estábamos muy cansados.
Escuché a un religioso decir: “Ahora no no molestan tanto… Nos dejan en paz… Antes, solo recibíamos reclamos, programas, cosas que hacer, reuniones a las que asistir”. Ahora con el nuevo liderazgo, nos dejan más en paz. Estábamos muy cansados.
Celebrar Pentecostés puede y debe ser más revolucionario de lo que pensamos. No es solo una fiesta litúrgica. Abrir las puertas al Espíritu es muy desestabilizador. En Pentecostés siempre ocurre algo para quienes son sensibles a los movimientos del Espíritu Santo. entecostés es terremoto, viento fuerte, llamaradas de fuego, sonido ensordecedor. No es un ritual de bendición del ”statu quo”.
La enfermedad del tiempo tiende a progresar y acelerse cada vez más. Vivimos en un contexto de celeridad y prisas, del que es difíil sustraerse y que nos determina.
¿Qué queremos decir cuando hablamos de “la dimensión escatológica” de la vida consagrada? ¿A qué se debe el recurso -tan frecuente a veces- a esta expresión? ¿Qué significado puede tener en nuestro tiempo?
Pasada ya la primera década del siglo XXI el ministerio ordenado se ha de desplegar en una serie de atenciones y actividades que hacen de él un servicio exigente y difícil.
La nueva radicalidad -¡no me gusta la palabra radicalismo!- es la forma de seguir a Jesús, nuestro contemporáneo, hoy. Es una radicalidad amable y simpática: porque no es egocéntrica ni egolátrica; porque quien llega a las raíces se descubre enraizado en la naturaleza humana, en aquello que todos compartimos y por eso, se descubre y redescubre en el Otro.
No sabemos a ciencia cierta cuándo nació o se despertó. En el grupo de Jesús todos eran probablemente casados: sus discípulos y sus discípulas. El celibato no era un requisito necesario, obligatorio, para entrar en el grupo especial de quienes –varones y mujeres- lo seguían (Lc 8, 1-3).
Traigo aquí un texto que me ha impresionado. Ella es mujer, catalana, política y de izquierdas. Ella sabe muy bien lo que es políticamente incorrecto. Y aquí hace ejercicio de incorrección. Yo hubiera querido escribir algo sobre el hermano de san Juan de Dios Miguel Pajares -a quien conocí y con quien conversé varias veces- y el hermano Manuel García Viejo.
También la pareja matrimonial y la familia son objeto de atención pastoral (los bautizados) y misionera (los no bautizados) de la Iglesia. Si hoy se nos pide “conversión pastoral y misionera”, he aquí un ámbito importantísimo dentro de la Humanidad e Iglesia para que acontezca.
Las palabras de Jesús “lo que Dios ha unido” (Mt 19,6) deberían conmovernos. Ellas revelan que millones y millones de uniones sentimentales, que millones y millones de pactos y de alianzas esponsales, tienen a Dios como principal protagonista. Esta es una foma inteligente de decir que Dios es Amor y que desea que Amor aliente y vivifique las relaciones esponsales.
Solemos evitar en nuestro discurso eclesiástico ordinario (y también en el lenguaje teológico) cualquier referencia al “eros”. Y más todavía dentro de las reflexiones que hacemos sobre la vida religiosa o consagrada. El voto de castidad es entendido y explicado de tal forma que se vuelve innecesaria cualquier referencia al amor erótico.