Tres llamadas: Miércoles Santo

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Tres llamadas

Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos.“Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento.” (Is 50, 4)

“Espero compasión, y no la hay; consoladores, y no los encuentro.” (Sal 68)

“Deseo celebrar la Pascua en tu casa” (Mt 26, 18).

Consideración

Este día, a partir de las lecturas que se nos ofrecen en la Liturgia, cabría considerar la hora terrible que se cernía sobre el grupo de los discípulos. Pero es en la hora de la prueba donde cabe manifestar el amor. Escuela para aprender a consolar.

Si el discípulo egoísta y traidor es un personaje que nos produce consternación, también es una imagen que nos puede representar, tantas veces, por culpa de nuestra infidelidad.

Los textos nos llaman a preparar la Pascua, a consolar al Señor, y a aprender de Él para que nos convirtamos en iniciados, y poder después ser compañeros de camino como testigos.

Preparativos

Jesús nos solicita nuestra casa para celebrar su Pascua. No otro espacio, sino el de nuestro propio interior, aunque en comunión, porque no es día de individualismos, sino de comunidad. “Está escrito: Mi Casa será llamada Casa de oración.” (Mt 21, 13)

Jesús es respetuoso. “Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él  y él conmigo.” (Apoc 3, 20)

Jesús quiere necesitar nuestra hospitalidad. «Zaqueo, baja pronto; porque conviene que hoy me quede yo en tu casa». (Lc 19, 5)

Es posible que nos sintamos indignos de hospedar al Señor. “Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; basta que lo digas de palabra y mi criado  quedará sano.” (Mt 8, 8)

Pero es Él quien desea que lo acojamos, como Marta, María y Lázaro lo hicieron en Betania, y Simón Pedro en Cafarnaúm.

No caigas en un falso pudor, ni impidas que el Señor entre en tu casa. De ello va a depender que sientas la salvación. «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también éste es hijo de Abraham, pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido». (Lc 19, 9-10)

Invita al Señor, es el camino para que sientas la misericordia. “Y sucedió que estando él a la mesa en casa de Mateo, vinieron muchos publicanos y pecadores, y estaban a la mesa  con Jesús y sus discípulos.” (Mt 9, 9-10)