Octava Estación: Jesús se dirige a las mujeres de Jerusalén

Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos.Textos profético:

“A los que queden en Sión y al resto en Jerusalén | los llamarán santos: todos los que en Jerusalén están inscritos para la vida. Cuando el Señor haya lavado la impureza de las hijas de Sión | y purificado la sangre derramada en Jerusalén” (Is 4, 3-4).

Texto evangélico:

Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos, porque mirad que vienen días en los que dirán: “Bienaventuradas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado” (Lc 23, 28-29).

Texto patrístico

“Nosotros hemos de tomar parte en esta fiesta ritual de la Pascua en un sentido evangélico, y no literal, de manera perfecta, no imperfecta; no de forma temporal, sino eterna. Tomemos como nuestra capital, no la Jerusalén terrena, sino la ciudad celeste; no aquella que ahora pisan los ejércitos, sino la que resuena con las alabanzas de los ángeles” (San Gregorio Nacianceno).

Texto místico

“¿Por qué hemos de querer tantos bienes y deleites y gloria para sin fin, todos a costa del buen Jesús? ¿No lloraremos siquiera con las hijas de Jerusalén, ya que no le ayudemos a llevar la cruz con el Cirineo?” (Santa Teresa de Jesús, Vida 27, 13).

Consideración

Jesús, ¿por qué te detuviste a hablar a las mujeres, en el penoso camino de la Cruz?
Así lo hice con la samaritana, con la cananea, con la sirofenicia, con la viuda de Naím, con la pecadora, con Marta y María, con María Magdalena, con la adúltera, y con mi Madre.
Es sabiduría saber mirar a los otros, aun estando en momentos de intenso dolor, cuando cabría la justificación del ensimismamiento.

    

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