Navidad en Chocó (Colombia)

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(JPG)La Navidad para los afroatrateños es la fiesta alegre por excelencia. El pueblo chocoano descendiente en su mayoría de esclavos negros traídos de África, mantiene en su ser virtudes y características étnicas de sus antepasados. El pueblo negro es el más alegre de la tierra según un autor. Navidad es la celebración gozosa del nacimiento de JESÚS, es la conmemoración festiva de la compañía de DIOS en nuestra vida, por eso la Navidad es alegría y gozo.

En la Navidad vemos que la gente se prepara anímicamente, espiritualmente y económicamente con distintas actividades que realizan durante el año para esperar y celebrar la venida del Niño Dios.

La Navidad es algo que alegra el corazón de las gentes, ya que en torno a ella se congregan los hijos, hermanos y familiares, los cuales en ésta época regresan a sus casas maternas con detalles para sus familiares más cercanos, amigos y vecinos.

La Navidad es un receso que se hace del trajín de todo el año y se pasa a tener un poco más de descanso y a compartir más desde lo festivo con los niños. En la Navidad la mayoría de las comunidades celebran la fiesta de los niños, creando espacios lúdicos y recreativos para ellos y al mismo tiempo los adultos les expresan su cariño y acogida con el deseo de que sean personas emprendedoras que trabajen por el bienestar de su comunidad. Las madres durante el año van guardando sus pesitos ganados con las distintas actividades que realizan para comprarles a los niños ropa, zapatos y juguetes.

Las comunidades se esmeran mucho en preparar el pesebre y lo hacen con la participación de adultos, jóvenes y niños (as). Lo adornan con materiales del medio: como flores, ramas, palmas, piedras, muñecas, dibujos. Alrededor del pesebre cantan alabaos, villancicos, refieren chistes, adivinanzas, versos, cuentan cuentos, anécdotas, refranes, rezan y comparten panes preparados por ellos; reparten café, bebidas, dulces de frutas y comidas típicas de la región.

En estas comunidades se celebra la novena de Navidad que comienza el 16 de diciembre y culmina el 24 con la celebración de la Nochebuena. Durante la novena se reza, se cantan villancicos, se comparte algo de comida y se reflexiona sobre el significado de la venida y estancia del Niño Dios con nosotros. En algunas comunidades la novena se celebra cada día en una casa, en otras hacen un solo pesebre y todos van al lugar donde se encuentra el pesebre.

La Navidad para los chocoanos es motivo de inmensa alegría porque es una nueva oportunidad para reencontrarnos con ese gran acontecimiento que refleja nuestra historia y que nos invita a seguir luchando, a continuar dando lo mejor de cada uno, siempre con la esperanza de que nuestro pueblo pueda tener un mejor mañana.

La Navidad nos ofrece como compañía un niño Jesús que nace pobre al igual que nace cualquier niño de nuestros pueblos, de nuestras orillas, con esa incertidumbre de no saber si tendrá derecho a la vida o si le tocara engrosar la lista de los que a diario son victimas del sistema de nuestro país, por la tasa de mortalidad infantil (160 por mil), desplazamiento a causa del conflicto armado, deficiencia en los servicios de educación y salud y malas condiciones de vivienda.

La Navidad para los chocoanos significa:

  • esperanza en la justicia y el derecho al territorio
  • esperanza de vivir en paz e igualdad
  • esperanza de liberación
  • esperanza de acabar con el odio
  • esperanza de seguir verificando el amor de Dios
  • esperanza de que El sigue acompañando a todas las personas que se entregan por la causa del pueblo.
  • esperanza de seguir sintiendo la presencia de ese Dios que se hace niño callado y pregonero, ausente y presente, lejano y cercano, débil y poderoso que vino para servir y dar su vida, y que con el ofrecimiento que hace al mundo de una vida nueva nos da ejemplo para que lo sigamos y continuemos creyendo en El, en ese Dios que se nos ha mostrado en la pobreza de su Hijo que nace de la riqueza de su espíritu.

Los chocoanos, a pesar de todas las circunstancias, siempre esperamos con regocijo este acontecimiento, que sabemos es motivo de gozo para todos los cristianos, porque Dios en ese niño que nace nos regala su alegría y de mil maneras nos sigue convidando al banquete de la esperanza y del amor.

A continuación les ofrecemos algunos alabaos que expresan las vivencias y sentimientos del pueblo chocoano frente a la Navidad:

SAN JOSE PIDIO POSADA

San José pidió posada
Para su esposa que traía;
Le negaron la posada,
quizás no le convenía.

San José sacó candela
Con un eslabón que traía.
Ven y encendamos, mi esposa,
Ven y encendamos, María.

San José tendió la mesa,
Pan y vino que él traía.
Ven y cenemos, mi esposa,
Ven y cenemos, María.

San José tendió la cama
Con rosas de Alejandría.
Ven a acostarte, mi esposa,
Ven a acostarte, María.

Al punto de media noche,
Hora en que todos dormían,
Se levanta San José
Y halla a su esposa parida.
Bajan ángeles del cielo,
Con música y alegría,
Unos a vestir al Niño
Y otros a ver a María.

Pregunta el Patrón del cielo
Cómo quedó la parida.
Muy buena quedó, Señor,
Entre su celda metida.
Todos le llevan al niño,
Yo no tengo que llevarle;
Las alas del corazón
Le servirán de pañales.
Con esto no digo más,
Porque es tarde y se me olvida.
Aquí se acaban los versos
Del Dios, hijo de María.

EL DIA DEL NACIMIENTO

El día del nacimiento
Cuando nació Jesucristo,
Se fueron a visitarlo
Tres reyes y un arzobispo.

Se fueron a visitarlo,
Y cogieron el camino.
Se hallaron al rey Herodes
Que andaba en busca del Niño.
Andaba en busca del Niño
Por si lo hallaba presente,
Ya que había hecho morir
Muchos niños inocentes.

En la mitad del camino
Se halló con una mujer,
Si tú encuentras al Dios niño,
Pronto me lo harás saber.
El rey siguió caminando,
Se fue pa» Jerusalén,
Sin saber que el Niño estaba
Recién nacido en Belén.

COMENTARIO SOBRE EL “ALABAO” DEL MEDIO ATRATO

El “ALABAO” se llama así, porque con él ”alabamos” a las personas y a las cosas santas: a Dios, a María Santísima, a los santos y santas, a los misterios y enseñanzas religiosas en las que, desde pequeños, hemos creído. Nos han dicho que también hay alabaos para personas y cosas que no son santas y lo creemos, porque la vida nos exige tener un corazón y una cabeza muy grande, donde quepan muchas cosas diferentes.

De lo que sí estamos seguros es que el alabao lo empezamos a cantar y lo seguimos cantando los negros, o los que así se sienten, por esta larga y complicada historia donde raza, cultura, e intereses nos colocan juntos a mucha gente para compartir el mismo destino.

Los alabaos nos acercan a nuestra historia, ya que cantan esas cosas que nos gustan, nos preocupan o nos interesan y lo hacemos en versos cortos, fáciles de aprender y recordar y con esos coros que repiten lo mismo a lo largo del canto para que todo el pueblo participe, aún el más distraído.

Pero sobre todo, lo más misterioso y sabroso en nuestros alabaos es que nos acercan a nuestra vieja historia, a nuestra vida diaria y a todo el mundo que nos rodea. Cuando los cantamos, nos parece sentir el antiguo dolor y la tristeza de nuestros antepasados esclavos, y, al mismo tiempo nos sentimos bien metidos en el paisaje que envuelve nuestras casas a la orilla de los ríos, en el misterio de nuestros montes, en el rumor de nuestros largos aguaceros, en el silencio de nuestros interminables viajes en canoa, en el cielo que sentimos tan grande, porque nuestros ríos y quebradas lo reflejan y lo multiplican donde estamos.

Para nosotros, el alabao ha llegado a ser algo muy sagrado, muy santo. Por eso no nos gusta cantarlo en cualquier parte, ni en todo momento. Los alabaos tienen cosas tan bellas como estas:

Nos sirven para todas las fiestas y circunstancias en las que nos queremos acercar a Dios, a sus santos, o a las cosas profundas de la vida.

Nos hablan de temas muy diversos, de la vida y de la muerte, de lo alegre y de lo triste, de lo que da esperanza y de lo que asusta, de lo antiguo y de lo que estamos viviendo…

En ellos hemos aprendido y recordado los misterios de nuestra religión. Nos han servido para mantener viva nuestra fe.

Nos dicen las grandes verdades de una manera sencilla, sin muchas complicaciones.

Recordemos el humor, la gracia, la sana picardía con que muchos alabaos nos dicen las cosas. Son el fruto de nuestros antepasados que, por ser pueblo, supieron sobrevivir en medio de sus propias angustias y dolores. A nosotros nos toca hacer lo mismo hoy; más aún, no podemos resignarnos a seguir repitiendo la misma historia de miseria, miedo e ignorancia de nuestros mayores. Nuestros alabaos, con picardía nos siguen hablando de los Herodes a quienes no les importa la vida de cada niño Jesús que nace -cada uno de nuestros propios niños negros- porque ya se acostumbraron a ver niños negros muertos. A lo largo de nuestra historia hay personas que quieren parecerse a ese rey Herodes del que nos cuenta un alabao que:

Andaba en busca del niño
Por si lo hallaba presente,
Ya que había hecho morir
Muchos niños inocentes.

Esta parábola sigue comentada con malicia y esperanza por el pueblo que le habla a todos los Herodes extranjeros y nacionales:
El rey siguió caminando,
Se fue pa’ Jerusalén,
Sin saber que el Niño estaba
Recién nacido en Belén.

Gonzalo María de la Torre Guerrero, cmf
Centro Camino, Quibdo (Chocó-Colombia)