María, aroma del Dios vivo.

25 de septiembre de 2007

Ha arraigado un pueblo glorioso, crecí como un cedro del Líbano, perfume como cinamomo y espliego y dí aroma como mirra exquisita, como incienso y ámbar y bálsamo, como perfume de incienso en el santuario (Eclo. 24,12).

Todo comenzó con el anuncio el ángel: ¡Alégrate, María, has hallado gracia ante Dios! Hágase en mi según tu palabra (Lc 1,26).

Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos.

En medio del asombro, abrió María sus entrañas y quedo invadida de la esencia del Dios vivo. Inmediatamente salio hacia las montanas de Judá derramando la fragancia que llena los siglos. Por eso me gusta ejercitar el olfato interior, porque la historia, el universo y los hermanos me huelen a Jesucristo… ¡Misterio de la encarnación!

Me asomo a María para contaros y cantaros lo que a través de ella descubro. Su vida fue un derramamiento de Dios que percibimos los que corremos tras el olor de sus perfumes, bálsamo renovador que da transparencia a la persona en su totalidad.

Transparencia no significa exteriorizarse, no es necesario, porque la fragancia que exhalan los que caminan como hijos de la luz da la noticia del Dios que los posee.

Doy gracias al Creador por el sentido del olfato, porque en cualquier situación que halle puedo encontrarme conmigo misma, y desde dentro captar la direccion de la voluntad del Abba y distinguir su aroma del olor de los idolos. El primero. aunque a veces desconcierta, libera y pacifica, el segundo esclaviza siempre.

Cuando el dolor se acerca

Cuando alguna dificultad asoma por el horizonte de mi vida intuyo la presencia del Señor que se acerca a visitar mi campo interior para preparar la tierra, enriquecerla sin medida, abrir surcos, igualar terrones, esponjarlos con su lluvia de gracia y bendecirlos. Yo te colmare de bendiciones (Gn 26, 17). Se tu una bendición (Gn 12, 2). Después el sembrador abre su mano llena de mis aspiraciones y de los valores del evangelio; semillas nuevas que esparce en la besana.

Cuando el dolor se acerca y casi no puedo respirar, me detengo, alzo la cabeza, aspiro, pienso, miro dentro de mi… A veces me quejo, porque -no hay duda- la semilla se esta pudriendo en el surco y esto duele mucho. Pero Jesucristo, que me sondea y me conoce (Sal 138), respira en mi y espera las flores nuevas de una primavera nueva que perfume una brisa para estrenar. Es un dolor terapéutico que cura todas las dolencias de quien se deja curar.

EI dolor, la alegría y el amor forman parte de la Pascua, es una realidad que me introduce en la fiesta, y danza mi corazón con el gozo de sentirme resucitada.

Entre sementera y primavera, absorbida por sus aromas y por encima de mis inquietudes y razones, camino hacia el Reino, que comienza ya aquí, donde se cosechan los frutos del Espíritu: amor, alegría, paz, etc.

Pensando en María, descubro mi capacidad de desarrollo después de que la semilla ha estado en el surco. Crezco en busca de la luz, percibo el aroma del Altísimo y ella me salomodia los anhelos de Dios desde la Sagrada Escritura: Escuchadme hijos y creceréis como rosal plantado junto a la corriente; perfumad como incienso, difundid fragancia (Si 39,13). Esto se realiza viviendo en clave de si. María desea de nosotros un si creativo que se consigue sabiéndonos fruto de su vientre.

Me dedico a observar a la Madre de Jesús, porque se encuentra dentro de la historia. Ella, va al frente de cada generación ocupando el lugar que le corresponde. Cuando nosotros la engrandecemos a nuestra manera, ella nos canta el Magníficat: El Señor ha mirado la humillación de su sierva… Enaltece a los humildes, a su estilo tan diferente del nuestro.

María nunca se aparta de la ruta viviente. Jesucristo, desde nos contempla con cariño, nos muestra la entrañable misericordia de nuestro Dios, describe su brazo en la nueva generación, habla del Señor al pueblo que ha de nacer, y nos regala sus aromas: mejores son que el vino tus amores, mejores al olfato tus perfumes, ungüento derramado en su nombre (Ct 1, 3).

Atraída por la personalidad de María, y a su luz, puedo diferenciar los caminos de Dios de mis vericuetos. Ella me invita a discernir y a optar por la Verdad con valor humilde, porque no siempre es cómodo. Con ella aprendo a vivir a Dios de una forma sana y esplendida, sin miedos, sin escrúpulos, filialmente confiada. como un niño en brazos de su madre (Sal 130).

La autoridad de María me huele a mirra exquisita después de que me desnuda de ideas e imágenes y aviva en mi la fe, la esperanza y el amor.

La aromatizadora del universo

Me encanta María, la aromatizadora del universo, la interprete de los deseos de Dios, cantora de sus obras. Con muy pocas palabras. pero con toda la vida, nos canta las hazanas mas Delias del Señor de los Ejércitos: la historia de la salvación.

Dichosos los que huelen desde dentro, porque ellos poseen un olfato nuevo para perfumes nuevos.
Dichosos los que exhalan aromas nuevos, porque ellos son hijos del Padre.

Dichosos los que se sienten vivos, porque ellos son bálsamo de esperanza viva,
Dichosos los que se saben percibidos por Dios, porque su vivir es como el aroma de un campo que ha bendecido Yahve (Gn 27,27)

Mi respiración bíblica, pasada por el corazón de María, quiere llegar a vosotros para que juntos aspiremos el aroma del Dios vivo.     

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