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Ir al cielo, ¿por suerte o por la gracia de Dios?

Ron Rolheiser (Trad. por Benjamín Elcano, cmf) -

La eternidad tiene más clases de estancias que las que tiene este mundo.

Este es un pensamiento existente en la cabeza del personaje de ficción creado por Marilynne Robinson, Lila, en su reciente novela. Lila tiene razón para pensar de este modo, esto es, pensar fuera del arcón de la piedad religiosa convencional, porque su historia no ataca ninguna clase de piedad.

Lila había sido una huérfana no deseada que estaba muriendo de malnutrición y abandono cuando de joven fue adoptada por una  mujer llamada Dolly, ella misma una marginada social. Lila pasa todos los años de su juventud con Dolly, trabajando con ella mientras las dos viven en los márgenes de la sociedad y el hambre, trabajando como labradoras del campo con otras como ellas, más esclavas que trabajadoras pagadas. Viviendo así, Lila nunca aprende los conocimientos prácticos para actuar normalmente en sociedad. Todo en su ambiente, desde su abandono como niña hasta su muy duradera marginación, contribuye a que esté más sola, alguien condenada por las circunstancias a no encontrar nunca la compañía normal, la familia, la intimidad o la gracia.

Por otra parte, Dolly, su madre adoptiva, tiene sus propios problemas, más allá de sus luchas por proporcionar alimento a Lila y sí misma. Cuando ella adoptó a Lila y se marchó de su ciudad natal, estaba huyendo de la violencia doméstica. Eventualmente, años después, el hombre del que huía la encuentra; pero Dolly no es ninguna víctima pasiva. Acuchilla de muerte al hombre. Algún tiempo después, ella muere, dejando a Lila huérfana por segunda vez.

Pero, para entonces, Lila es suficientemente mayor para cuidar de sí misma, a excepción de que, faltando los conocimientos prácticos sociales,  aún se encuentra marginada socialmente, siempre solitaria. La suerte, con todo, está de su parte y eventualmente entabla amistad con un ministro cristiano, que cuida de ella y por fin la desposa. Este nuevo mundo de aceptación, amor, familia y religión le resulta radicalmente nuevo a Lila, y  lucha denodadamente por apartarlo, especialmente en lo tocante a cómo funcionan el amor y la gracia. Uno de los problemas que le molestan, mientras escucha los sermones de su esposo Christian, es lo que sucede a alguien como Dolly, que hizo tanto por ella y aun así fue una asesina. ¿Es perdonada? ¿Pudo haber ido al cielo aun después de cometer el asesinato? Lila lucha por creer en la fe, el amor, la vida, la familia, el perdón y el cielo.

Sus pensamientos sobre esto, especialmente sobre cómo Dolly podía haberse encontrado con su Hacedor, contienen sus propias opiniones importantes sobre el amor y la gracia: “En la eternidad, las vidas de la gente podrían ser lo que fueron y habían sido en conjunto, no precisamente lo peor que hicieron alguna vez, o bien lo mejor. Así decidió ella que debería  creerlo o que ya lo creía. ¿Cómo, si no, podría imaginarse viendo a Dolly de nuevo? Nunca la había aceptado para estar muerta, o ser ordinaria y simple. Si algún truhán pudiera ser empujado adentro del cielo justamente para hacer feliz a su madre, no podría ser razonable castigar a los truhanes que eran huérfanos, o a aquellos a cuyas madres no les gustaron y que probablemente tendrían mejores excusas para el daño que hicieron que aquellos que tuvieron a alguno cuidando de ellos. No podría ser razonable  castigar a gente por intentar arreglárselas por su cuenta, gente que fue buena por sus propias luces, cuando eso les llevó todo el coraje que tenían para ser buenos. …La eternidad tuvo más estancias de cualquier clase que las que tuvo este mundo.”

Siendo cristianos, nosotros creemos que, como parte del Cuerpo de Cristo, nos han dado el poder de perdonar los pecados unos a otros y que por eso, en verdad, el amor de una madre puede empujar a su hijo al cielo. Nuestro  amor mutuo es un poderoso vehículo de gracia, lo bastante poderoso para abrir de hecho las puertas del cielo. Como Gabriel Marcel dijo una vez: Amar a alguien es, en realidad, decir: ¡Tú al menos nunca morirás! El amor humano, incluso a este lado de la eternidad, tiene esta clase de poder. Por eso también rogamos por aquellos a quienes amamos y  han muerto.  Nuestro amor tiene el poder de llegar a ellos, aun estando allí.

Pero… y esto fue el dilema de Lila: ¿Qué hay sobre aquellos que, como Dolly y ella misma, son forasteros en esta vida y mueren sin que nadie se preocupe mucho del hecho de que se hayan ido o del lugar al que se han ido? Entonces ¿cómo funcionan la gracia y el perdón? ¿Está entonces el amor humano claramente fuera y nosotros nos quedamos sólo con la esperanza de que el amor de Dios puede llenar el lugar donde el amor humano está ausente?

Sí, el amor de Dios puede llenar y llena de hecho el sitio donde el amor humano está ausente. De hecho, la escritura nos asegura que Dios tiene un especial amor y ternura por aquellos que se encuentran fuera del círculo del amor humano. Así que necesitamos no inquietarnos por la salvación de  aquellos que, como Dolly, murieron no precisamente en circunstancias ideales aun cuando “emplearon todo el coraje que tenían para ser buenos.” El amor humano, aunque generalmente es dirigido hacia personas muy específicas, es también una sinfonía cuya música abarca ampliamente y abraza finalmente a todos.

    
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