Escuela de Padres

13 de enero de 2006
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La Escuela de Padres es una realidad que todos sentimos como una necesidad. Así sucede que, la mayoría de los colegios de una forma y otra, usen el método que usen, tengan la incidencia que sea, la contemple como algo existente o deseable. Así sucede que en la mayoría de las parroquias, donde, con motivo de las catequesis sacramentales: primera comunión, bautizos, etc. se intentan reuniones permanentes con madres y padres.
Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos. Todos los que tenemos alguna posibilidad educativa en la sociedad ante la desorientación de amplios sectores de niños, adolescentes y jóvenes, ante el cambio vertiginoso de costumbres y valores en la sociedad, ante la debilidad y despiste de los padres y las madres, y muy conscientes, de que el papel de la familia es fundamental e imprescindible, soñamos y anhelamos la creación de grupos de Escuela de Padres. Pero no es fácil, faltan medios, faltan estructuras, faltan personas que lo promuevan y lo mantengan, y lo que es más difícil todavía, falta conciencia en quienes todos estos sectores preocupados creemos que lo necesitan. Todavía para desilusión de cuantos creernos en la oportunidad que suponen estos grupos, existen padres y madres que piensan que, quién les va a enseñar a ellos cómo educar mejor. Eso va unido a ser padres o madres, como si genética o básicamente, por ser padre o madres tuvieran la habilidad requerida.
Es verdad que el nombre «Escuela de Padres» no es feliz, no es atractivo. Muchos padres y madres piensan que a la escuela van los niños, y ellos son quienes los envían. Se olvidan de que si los padres motivaran su propia escuela para aprender a ser mejores padres y madres, los resultados de todas las demás escuelas iban a mejorar notablemente. Por esto, tantos y tantos convencidos e ilusionados, conocedores de los resultados que las Escuelas de Padres llevan tiempo proporcionando, abogamos para que Escuela de Padres se convierta en la Escuela Primaria. Que se dote de medios económicos y estructurales, que se fuerce la obligatoriedad, en los centros con responsabilidades educativas, etc.

¿QUÉ ES UNA ESCUELA DE PADRES?

Ya sé que esta es la pregunta que se hace tanta gente que lee un díptico, o una oferta de actividades en un colegio o en una parroquia, o quien está comenzando a leer este artículo.
Escuela de Padres es un «cajón de sastre» donde se mete cualquier actividad que se haga con padres y madres, y siendo laudable cualquier oportunidad que se de a los padres, no todas las actividades merecerían un título tan sustancioso, tan serio y tan rico como este de Escuela de Padres.
Ya os podéis imaginar lo difícil que es dar una definición en cuatro líneas, así que hemos decidido dar un repaso a las diferentes experiencias que existen, con la esperanza de que al final podremos vosotros y yo aproximarnos a una descripción enriquecedora de lo que es una Escuela de Padres.

DIFERENTES TIPOS

Académica: Es natural que todo lo que lleva nombre de escuela se parezca un poco a las escuelas que existen. Se eligen temas que se imparten por métodos más o menos magistrales: charlas, conferencias, invitación a expertos. Naturalmente existen muchos matices, pero siempre con el matiz de que los padres son los que han de aprender y los promotores los que han de enseñar.
Grupal: Lo importante no son tanto los contenidos, ni siquiera el orden de los temas. Lo que se busca es la comunicación de las personas entre sí, y la intención de que todo ello va a formar un grupo, con las ventajas que, según se afirma, esto puede llevar consigo.
Proselitista: Se forman grupos que, aparte de aprender contenidos y quizás actitudes educativas, lo que importa es que se apunten activamente a ciertas maneras de pensar o de ser en la vida.
Participativa: Un grupo de aprendizaje, no precisamente, un grupo de amigos. Supone que las personas aceptan estar en grupo y participar plenamente.
Grupo pequeño: no más de 20 personas para que nadie se sienta perdido, ignorado o sin la oportunidad de hablar.
Grupo heterogéneo para que las personas con experiencias distintas, enfoques y posturas al intercambiarlas favorezcan una actitud de cambio y de realismo rico y enriquecedor.
Grupo libre, democrático, informal donde quepan los listos, los torpes, lógicos y apasionados, inconsecuentes, acomplejados, creadores, con problemas y sin ellos. Un grupo que sabe combinar eficazmente lo que es tarea o resumen de contenidos a lograr en cada reunión y lo que es también relación personal de los diversos componentes del grupo entre sí.
Burocrática: nacida de esa conciencia de la que hablábamos al comienzo. Es necesaria una Escuela de Padres y aparece entre las actividades del centro educativo. Es algo así como si figurase en nómina, pero no siempre está activa. Sufre de letargo. Suele achacarse a que a los padres les falta interés. Es verdad, es difícil despertar, hacer consciente la necesidad de los padres, por tanto existe indolencia en los padres, pero también sucede que no se organiza eficazmente: faltan animadores, promotores; faltan recursos, o se asusta a la gente con temas o situaciones de comunicación grupal que comprometen demasiado.
No se le dedica el tiempo ni la preparación necesarias como si esto de los padres fuera un tema menor; no se arbitran los mínimos recursos básicos económicos para que pueda funcionar. Los que podrían llevarlos a cabo se dedican a otras acciones que aparecen como más rentables y cubren mejor sus expectativas de toda índole.
Resumiendo: ¿qué es una Escuela de Padres? Es un grupo de padres y madres de entre 12 y 20 personas que pretenden aprender cada día la mejor forma de relacionarse entre sí y ayudar a que sus hijos se desarrollen mejor, que necesitan de un programa elaborado, a no ser que ellos sean creativos y elaboren sus propios temas. Programa, que usaran con flexibilidad; no es lo importante lo académico, sino el intercambio de experiencias y situaciones a propósito del tema.
Necesitará de un moderador, de n responsable, de un animador con ciertas habilidades de dinamización de un grupo y, como las necesidades son luchas y los expertos pocos, estos debieran convertirse en promotores y respaldadores de grupos que pueden desarrollar los propios padres con tal de que el animador sepa «repartir juego».
Está claro que habría que potenciar la conciencia de que es necesaria esta realidad y dotarla de tedios materiales y personales y optamos porque el estilo sea grupal y participativo y, en la mayoría de los casos, será necesario darle contenidos académicos.

¿COMO FUNCIONA?

Funciona en grupos reducidos, de unas 18 personas, animados por un responsable o moderador, que elige los temas que más le interesan y los usa con flexibilidad, porque el grupo tiene sus propios temas y necesidades; y sigue un programa de comunicación, discusión y estudio a lo largo de un tiempo prudente, ya que es necesario la lectura, la escucha, el intercambio de experiencias, pero es ante todo necesario tiempo para la interiorización personal, la elaboración de pautas educativas propias, y, esto sólo se consigue con una dedicación periódica, de cada semana, cada quince días, de un determinado tiempo: un curso, cinco meses, tres meses, etc.
En «Escuela de Padres» se pretende que los padres y educadores se conozcan más y mejor a sí mismos, conozcan la psicología de sus hijos, favorezcan el desarrollo y crecimiento de sus hijos, dialoguen entre sí, padre y madre, y en un pequeño grupo.

FRUTOS ABUNDANTES

Si así lo organizamos y así lo vivimos puedo asegurar que los padres habrán crecido en la responsabilidad de su tarea y descubrirán la alegría de ser padres. La responsabilidad no será una carga abrumadora, sino una tarea realizante de su papel y su misión.
Podríamos contar experiencias vividas por padres o madres en esta línea, que después de haber pasado por un grupo de Escuela de Padres, adquirieron seguridad para la toma de decisiones, se encontraban con soltura para mantener un diálogo con sus hijos. Descubrieron habilidades para vivir la tensión de educar para la libertad frente al mundo y para la adaptación suficiente. Aprendieron a proteger, iniciar, advertir, sin coartar que los hijos son «hijos de la vida» y deben ser ellos protagonistas, aunque necesiten orientación, enseñanza, protección y guía en sus años de infancia y juventud.
Padres que, por fin, cayeron en la cuenta de que todas las ayudas: colegios, parroquias, asociaciones juveniles recreativas o deportivas, bien venidas sean, pero que su papel, al menos en los años de infancia, es fundamental, es tan propio que nadie lo puede ocupar, y que si ellos no lo desarrollan, nadie lo puede realizar, y se producirá la conveniente laguna, que su hijos la sufrirán.

APROVECHANDO LA OPORTUNIDAD

Quiero, por último, aprovechar la oportunidad de este artículo para hacer una llamada a todos los ilusionados con esta tarea de Escuela de Padres, iniciadores, creadores de métodos, coordinadores de Escuela de Padres, instituciones promotoras. ¿Por qué no creamos una Federación Española de Escuelas de Padres, como existen en otros países: Brasil, Grecia, Estados Unidos, Italia, Francia, donde además, desde hace 30 años existe la F.I.E.P. (Federación Internacional para la Educación de Padres) y que en Mayo de 1994 celebrará el 18 Congreso Internacional, en París en la sede de la Unesco, para celebrar el Año Internacional de la Familia y conmemorar el 30 aniversario de su nacimiento.
Cada Escuela de Padres tiene su propia idiosincrasia, su propio método, empeñadas todas en encontrar formas, maneras, caminos de llegar a los padres.

    

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