21. La interioridad como camino

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    El hombre, la mujer de hoy, fallan en gran medida, al diseñar lo que significa y es una verdadera ‘realización’. Frecuentemente no se sabe lo que se quiere decir. En este caso, tampoco se sabe a dónde hay que orientarse. Hay una tercera dificultad, incluso entre personas que tienen relativamente claros los objetivos: y es que no saben por dónde ir.

Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos. Cuando esto ocurre, sufre la vida interior por desorientación y por falta de vitalidad. Y se cae en la dispersión, en la relativización, en la falta de discernimiento, en el cambio permanente de un ‘camino’ por otro, en las sucesivas cuestiones, nacidas de caminos que no lo son, o están insuficientemente diseñados, sobre los que uno se pregunta-sobre todo cuando llega la rutina y ya ha muerto la novedad-: ‘y esto, ¿ a dónde me conduce?’. Hay muchas personas que proceden en su vida espiritual como un científico procede en el laboratorio, guiándose por el procedimiento experimental llamado ‘error y ensayo’. Uno va probando, y probando..; dejando y volviendo a tomar…Nuestra fe nos permite liberarnos de hacer de la vida espiritual un lugar de experiencias y adentrarnos en la fascinante oscuridad y, al mismo tiempo seguridad, de la palabra de Dios. No permite tener claro que:

El hombre es el camino de sí mismo: el hombre tiene que entrar dentro de sí mismo; recuperar su propia identidad humana y religiosa; superar la exteriorización y recobrar la interioridad como el primer contacto consigo mismo (Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes, 14).
El hombre es el camino de Dios: dejarle a Dios que camine por dentro del hombre. Tiene el hombre que ir aceptando y dejándole a Dios compartir sus espacios interiores, sus modelos personales cerebrales, corporales, mentales, emocionales; también el mundo caótico de la propia oscuridad, que él quiere organizar con su luz. En definitiva, el hombre tiene que abrir toda su inseguridad a la seguridad que le viene de Dios. Tiene que aprender a caminar dentro de Dios (Col 2:6).
Dios camino del hombre: el hombre tiene que aprender a caminar por ‘dentro’ de Dios. El hombre espiritual tiene que dejarse sumergir en la intimidad de Dios, hasta descubrir su ‘aire’ como dándole en la cara, alentando en su rostro humano.

El hombre camina ‘dentro de Dios’ (Hch 17,28), recomponiendo desde la quietud en Dios los ritmos y las arritmias de la historia personal.

Recuerdo con cierta simpatía una anécdota, tomada al pasar.

“… subía por una de las empinadas calles de San Francisco cuando vi a un hombre mayor de brillantes ojos azules apoyado contra un coche. Mientras lo miraba, el hombre me preguntó:
– ¿ Puedo llevarlo a alguna parte?
Tenía un ligero acento francés. Cuando asentí con la cabeza, abrió las puertas del coche y yo monté en él.
–  ¡Adonde va usted? -preguntó el conductor. Tengo una reunión al final de la calle, cerca de la avenida Van Ness, respondí.
– Quiero decir: ¿Adonde va usted en la vida? Recuerdo la afirmación, extraída del encanto del mundo oriental, y que tanto ha fundamentado mi trabajo desde hace tantos años: ‘Si uno no sabe a dónde va, igual le da ir por un camino que por otro’. La desorientación nos acecha frecuentemente y las sustituciones precipitadas de un camino por otro, son abundantes. Y, sin embargo, hay un camino…”