Al observar el inmenso campo de misión nos quedamos desbordados por la mucha mies y los pocos obreros que trabajan en ella.
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Al observar el inmenso campo de misión nos quedamos desbordados por la mucha mies y los pocos obreros que trabajan en ella.
¡Cuánto dura el invierno! No sólo ocupa los meses de junio a septiembre.
Un tapiz de ensueño que se adentra por los ojos y llega a plasmarse en lo profundo del ser.
Creo que tenemos más cosas en común de las que admitimos.
La Vida ha vencido. Y nosotros también. Todos nos hemos enriquecido. Todos hemos ganado en humanidad y en comunión.
Me he encontrado con Dios en el ‘infierno’, y encontré en ese ‘infierno’ gente maravillosa, gente en la que Dios se complace.
Tan sólo afirmo que si el cura de hoy aplica las mismas respuestas que el de ayer fracasará. Todo ha cambiado y también él debe renovarse.
Considero imposible pensar esta cuestión sin relacionarla con otra más general: ¿qué comunidades cristianas quiero?
Entra hacia adentro, que la música, la mesa, la luz, la palabra, la paz, el canto y la risa son tuyas y son nuestras.
Las cataratas no ocultan su esplendor. Aparecen como un sagrado altar al agua para toda la eternidad.
Señor, en este pozo, donde diste tu agua a la Samaritana, yo te pido de beber.