¡Nadie logra ir al cielo sin una carta de recomendación de los pobres! Es ésta una cita atribuida a James Forbes, un Pastor protestante de Nueva York, que capta maravillosamente algo que los profetas antiguos de Israel resaltaron hace muchos siglos.

¡Nadie logra ir al cielo sin una carta de recomendación de los pobres! Es ésta una cita atribuida a James Forbes, un Pastor protestante de Nueva York, que capta maravillosamente algo que los profetas antiguos de Israel resaltaron hace muchos siglos.
Cuando nos sentimos extremadamente pobres con respecto a nuestra fe y a nuestras seguridades religiosas, Dios puede finalmente comenzar a moldearnos a su imagen y semejanza y desembocar en nuestra vida, puro y sin mancha.
Recientemente un amigo mío asistió a un funeral de un hombre que había dispuesto de su propia vida suicidándose. Al final del servicio religioso el hermano del finado habló a la asamblea cristiana.
Conozco ahora de modo existencial que la vida es frágil, que la salud es algo precioso y que tiene que apreciarse en vez de tomarla a la ligera. La fe y la esperanza están entrando a raudales en mi vida como nunca anteriormente
La mayor parte de mi vida adulta la he vivido y he trabajado en círculos académicos, estudiando en varias universidades, enseñando en círculos universitarios y teniendo como amigos íntimos y como colegas a profesores de universidad. ¿Cómo es ese mundo universitario? ¿Qué clase de gente habita en los ambientes académicos?
O dejamos de orar o dejamos de pecar y racionalizar. ¡El mayor peligro moral en nuestra vida consiste en que, lamentablemente, dejemos de orar!
Es difícil pronunciar palabras de consuelo cuando estamos cara a cara con la muerte, incluso cuando la persona que murió vivió una vida plena y murió en las mejores circunstancias.
El universo funciona en parejas. Desde los átomos hasta la especie humana, la generatividad se afirma sobre la unión con otro. La felicidad, al parecer, se afirma también sobre eso.
Siempre ha habido una innata y saludable tensión entre teología y catequesis, entre lo que sucede en los departamentos de teología de las universidades y el banco de las iglesias. Teólogos y obispos no siempre son entre sí los mejores amigos. Y eso es comprensible. ¿Por qué?
Después de todo, ¿qué somos, santos o pecadores? ¿Qué es lo más profundo que hay en nuestro interior, la bondad o el egoísmo? ¿O somos dualistas con dos principios innatos dentro de nosotros, uno bueno y otro malo, cada uno en perpetua dualidad con el otro?
Supongo que muchos de nosotros hemos oído textos de una entrevista que el papa Francisco concedió a una serie de publicaciones jesuitas, incluida la revista norteamericana América, donde, entre otras cosas, sugirió la sabia actitud de no insistir constantemente en las cuestiones morales acerca del aborto, el matrimonio homosexual y los anticonceptivos.