Una manera de vivificar nuestra identidad cristiana es viviendo ’en forma eucarística’.

Una manera de vivificar nuestra identidad cristiana es viviendo ’en forma eucarística’.
Haz que delante de la Eucaristía, podamos aprender cuán sencilla y cotidiana es tu palabra que nos enseña.
Tú llamaste a los que quisiste para que participaran de tu sacerdocio;
no te elegimos nosotros a ti, sino que fuiste tú quien nos eligió a nosotros.
El desierto es ese espacio hostil, que obliga a la lucha tanto como a la confianza, y se convierte en pedagogía de Dios para avanzar.
Se necesitan personas capaces de echar puentes y reconciliar los espíritus.
Los Obispos de Pamplona, Bilbao, San Sebastián y Vitoria hacen pública la Carta Pastoral de Cuaresma-Pascua que lleva por título Acoger y transmitir la Palabra de Dios. Cuaresma y Pascua son tiempos de conversión.
Es momento propicio de acoger la Palabra y de hacerla vida. Quien actúa desde la Palabra convierte su historia en experiencia de salvación y conoce la perfección.
En esta celebración penitencial, que es como una prolongación de la gracia del Bautismo, queremos unirnos también a la muerte y resurrección de Cristo.
No tenemos un Dios incapaz de oír las súplicas de sus hijos. Por el contrario, una diferencia entre nuestro Dios y los ídolos es que estos tienen orejas y no oyen, mientras que el Señor escucha el grito de los que le suplican.
Observa la actitud del rey de Nínive. Se despoja de su manto y se viste de saco. Con esa imagen se desea simbolizar un cambio profundo de vida. El manto es la identidad personal.
La Palabra de Dios es fiel. Dios cumple su Palabra, hace lo que dice. No se retracta la promesa, aun en daño propio. La voluntad divina siempre es favorable al hombre. Pedir que se lleve a cabo el plan de Dios es un beneficio para toda la sociedad.