El libro del Génesis nos hace pensar hoy en nuestros corazones heridos de envidia. Y lo escenifica gráficamente con los hermanos de José. Nos dice el texto que «lo vieron desde lejos y, antes de que se acercara, maquinaron su muerte».

El libro del Génesis nos hace pensar hoy en nuestros corazones heridos de envidia. Y lo escenifica gráficamente con los hermanos de José. Nos dice el texto que «lo vieron desde lejos y, antes de que se acercara, maquinaron su muerte».
La verdad se encierra en el corazón. Nada hay tan difícil como llegar a descubrir, sin embargo, su verdad nos dice el profeta Jeremías en la primera lectura de hoy. Y este descubrimiento al que probablemente todos hemos llegado en nuestra vida nos puede facilitar la aceptación y comprensión de la ambigüedad de los demás.
Confundir el seguimiento de Jesús con la obtención de algún privilegio está presente en la comunidad de discípulos y discípulas desde el comienzo de la historia.
Pocas expresiones tan duras de Jesús en el evangelio como la que se nos propone hoy: «pero no hagáis lo que ellos hacen». No denuncia solo la incoherencia sino la incapacidad de ponerse en el lugar del otro.
Lucas (6,36-38):EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:«Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis...
«Serás el pueblo santo del Señor…» leemos en la primera lectura de este día. «Tú serás mi pueblo y yo seré tu Dios» la inquebrantable alianza que el Padre establece con la humanidad para todos los tiempos. Es esa pertenencia la que posibilita los sueños mayores y mejores.
«Nada temo, porque tú vas conmigo» respondemos en el salmo de este día. Y es la respuesta que nace de la fe. El camino de la vida forma parte de la realidad del ser humano. Y ese camino lo ha de transitar.
El profeta Jeremías nos deja en la primera lectura de la celebración de hoy la «viga» sobre la que se asienta la fraternidad. «Yo, como manso cordero» dice el profeta refiriéndose a Jesús.
«El Señor está cerca de los atribulados» respondemos hoy en el salmo responsorial. Y es, sin duda, una gran certeza. Quien ha perdido toda seguridad encuentra en Dios la seguridad insegura de quien cuida su vida.
«Se han hecho un becerro de metal». Cuántas veces hemos usado esta expresión. Cuántas veces la hemos visto palpable en algunas decisiones de nuestra sociedad y también en cada uno de nosotros.
«¿Puede una madre olvidar al niño que amamanta, no tener compasión del hijo de sus entrañas? Pues, aunque ella se olvidara, yo no te olvidaré». Pocas expresiones tan fuertes como esta que encontramos en el profeta Isaías para describirnos la fidelidad de Dios.