-Soy lo más importante -dijo el fuego-; sin mí, todos morirían de frío. -Lo siento -intervino el agua-, pero lo más importante soy yo; sin mí todos moriría de sed.

-Soy lo más importante -dijo el fuego-; sin mí, todos morirían de frío. -Lo siento -intervino el agua-, pero lo más importante soy yo; sin mí todos moriría de sed.
Una tras otra, se escuchaban las oraciones de los monjes: «Señor, te pido», «Señor, te pido», «Señor, te pido».
Para recibir la Palabra de Dios hay que escucharla. Y escuchar no es lo mismo que oír, ni siquiera, que oír con atención, es mucho más.
En cierta ocasión un joven novicio preguntó al Abad si había posibilidad de conocer a Jesucristo por dentro. El Abad se limitó a abrir la Biblia delante de él.
Ahora vamos a rezar. Cada uno de vosotros hará una oración que tenga como máximo una palabra.
Los novicios rogaron al Abad que les revelara el secreto de la sabiduría.-No lo tengo -les contestó el Abad.-Entonces -replicaron desalentados los novicios-, ¿dónde podríamos alcanzarlo?
« Alabad a Yahveh desde los cielos, alabadle en las alturas… Alabadle, sol y luna, alabadle todas las estrellas de luz» (Sal 148,1.3).
«¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?» (Lc 24,32)
«Por eso pedí y se me concedió la prudencia; supliqué y me vino el espíritu de Sabiduría. Y la preferí a cetros y tronos y en nada tuve a la riqueza en comparación con ella.» (Sb 7,7-8)
Aunque las formas sean distintas, la oracion comunitaria tiene sus ejes: La Palabra de Dios recibida en comun, la respuesta compartida, la inspiracion del Espiritu Santo y el eco que en cada momento suscita entre los miembros del grupo.
Como ya sabes, la oración comienza a partir del momento en el que el orante toma conciencia de la presencia de Dios. Incluso aunque el Padre esta escondido (Mt 6,6). El orante sabe que, aunque escondido, está; sabe que aunque escondido, n