
El orante se expresa (I)
El orante necesita hacer algo, decir algo, expresarse, de algún modo. Necesita darle alguna 'visibilidad' a su relación.
El orante necesita hacer algo, decir algo, expresarse, de algún modo. Necesita darle alguna 'visibilidad' a su relación.
El principio que rige el proceso oracional es que 'todo sea sin violencia'. Todo ha de estar a la altura del corazón, donde la relación de amor se humaniza y donde la persona está contenida.
Orar es gracia de Dios y también un arte que se ha de ejercitar. Se puede aprender a recoger el espíritu antes de entrar en la oración...
Dios va haciendo su obra sin contar, aparentemente, con nosotros. Hay que hay que 'saber' entender y aceptar con paciencia.
Muchos se sienten mal y se agobian porque queriendo orar, quieren orar a su modo. Quieren conducir el proceso de su oración personal, lo que es impensable, quieren sentirse de un modo determinado creyendo que la oración requiere estar feliz, alegre, centrado.
Consentir significa aceptar lo que Dios quiera y en la forma en que lo quiera. Es aceptar su presencia oscura como un ‘acontecimiento’ en el que estoy sumergido y en el que quiero estar anegado.
Cuando está ocurriendo el ‘acontecimiento’ de estar con Dios, no trates de indagar.
La oración es el clamor esencial e infinitamente silencioso con que el Hijo 'llama' a su Padre.
Y es que la persona se perfecciona en la unión por amor y en la adoración en la que realiza toda su capacidad religiosa.
Existe un afán por aprender doctrinas y nociones. Sin embargo tal interés puede ser una forma de codicia que dificulta el camino en lugar de despejarlo; no siempre tener una calidad de discípulo es aceptable.
El contacto cuando no lo niegan las distracciones voluntarias, permanece, aun en el fondo de las distracciones.
Aunque formulado con una paradoja, que parece acentuar lo negativo, es un alto modelo 'positivo de aprendizaje.