Única pero nunca sola.
María es miembro eminente en la comunión de los santos, pero no deja de ser miembro, y la eminencia parecía haber ocultado la pertenencia.
María de la liberación.
María camina junto a los pueblos en su marcha hacia la liberación de toda esclavitud, de todo pecado.
María de los que vuelven.
María sale discretamente al paso y se deja encontrar, no ha dejado su misión salvadora, sino que con su múltiple intercesión continúa obteniéndonos los dones de la salvación eterna.
Madre del toque delicado.
Entre ese primer ‘toque delicado’ en Belén y ese último ‘toque delicado’ en el Calvario transcurre un itinerario en el que María sabe actuar ‘con tacto’.
María, aroma del Dios vivo.
Su vida fue un derramamiento de Dios que percibimos los que corremos tras el olor de sus perfumes, bálsamo renovador que da transparencia a la persona en su totalidad.
María, en la experiencia mística.
Mística evoca espiritualidad, transcendencia, honda energía, inspiración del Espíritu, profundidad.
El cuarto mandamiento: Honrarás a tu padre y a tu madre
Jesús honraba a su Madre y en los Evangelios hay ejemplos de ello.
María, discípula de Jesús
La relación de María con Jesús no se agota en la maternidad, hoy nos asomamos a un nuevo título de María, el de discípula.
María, madre sufriente
Cuando nos sintamos solos, en nuestro dolor, en nuestras penas en nuestro desgarro, acordémonos de María.
JUNTO A LA CRUZ DE JESÚS
Visitada repetidamente por el dolor, una enferma de cáncer hace su propia lectura de las palabras del cuarto evangelio: «Junto a la cruz de Jesús estaba su Madre» (Jn 19, 25). Mirando a María -dice- tiene sentido el dolor, nuestro dolor, ya que la cruz
La alegría de los pobres
«Porque ha mirado la humillación de su esclava» (Lc 1,47)