En el exilio

De inocencia, pureza y castidad
En el rito del bautismo cristiano, existe un pequeño ritual que es al mismo tiempo enternecedor e irreal. En un momento del rito bautismal, el niño es envuelto en una vestidura blanca para simbolizar inocencia y pureza. El sacerdote o ministro oficiante dice estas palabras: “Recibe esta vestidura bautismal y consérvala sin mancha hasta el tribunal de nuestro Señor Jesucristo”.

Ortodoxia generosa
Existe un dicho atribuido a Atila el Huno, caudillo del siglo V, infame por su crueldad, que reza de este modo: Para que yo sea feliz, no sólo importa tener éxito; importa también que todos los demás fallen. Sospecho que Atila el Huno no fue el autor de ese dicho; pero no importa, eso nos da una lección.

¿Qué es en realidad la desesperación?
En el musical Los Miserables, hay una canción particularmente obsesionante cantada por una mujer moribunda (Fantine), que ha sido maltratada por casi todas injusticias con que la vida puede golpear a una persona.

Luchando por dar a luz a la esperanza
Después de que Jesús resucitó de entre los muertos, sus primeras apariciones fueron a mujeres. ¿Por qué? Una razón obvia podría ser que fueron mujeres las que le siguieron hasta su muerte el Viernes Santo, mientras los hombres lo abandonaron masivamente.

Luz de Pascua
La tierra se oscureció dos veces. Una, en la creación original, antes de que Dios crease la luz por primera vez. Pero después hubo una oscuridad aún más profunda, el Viernes Santo, entre la hora sexta y la nona, cuando estábamos crucificando a Dios y mientras Jesús, muriendo en la cruz, exclamaba: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”

Atar y desatar
Todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo. Estas palabras de Jesús se aplican no sólo a los que están ordenados al ministerio y administran el sacramento de la Reconciliación, sino a todos los que formamos parte del cuerpo de Cristo. Todos tenemos el poder de atar y desatar.
¡Una sola frase lo dice todo!
Nos has hecho para ti, Señor, y nuestros corazones están inquietos hasta que descansen en ti. Ninguna frase, fuera de la escritura, me ha hablado nunca de manera tan poderosa, persistente y sugerente como esa frase de san Agustín. En esencia, es la historia de la vida de Agustín y también la historia de cada una de nuestras propias vidas.
La dos caras de la hipocresía
¡Qué sutil es la hipocresía! Qué fácil es no ver nuestras propias incoherencias, aunque veamos tan nítidamente los defectos de los demás. ¿Estamos obstinadamente ciegos, o es que simplemente no vemos? ¿Es un problema moral o visual? Veamos estos ejemplos:
El permiso de Dios para la fatiga humana.
Alguien preguntó una vez a Teresa de Lisieux si estaba mal dormirse mientras se rezaba. Ella respondió: En absoluto. Un niño pequeño es igualmente agradable a sus padres, despierto o dormido – ¡probablemente más cuando duerme!
Renunciar al miedo
Un amigo mío cuenta esta historia: Era hijo único. Cuando se acercaba a los treinta años, aún soltero, cursando brillantemente una carrera y viviendo en la misma ciudad que sus progenitores, su padre murió, dejando a su madre viuda. Esta, que había centrado su vida en su familia y en su hijo, quedó comprensiblemente desolada. Gran parte de su mundo se derrumbó; había perdido a su esposo… pero aún tenía a su hijo.
¿Cómo será el cielo?
Andrew Greeley sugirió una vez que podríamos meditar con provecho sobre la siguiente visión del cielo: La condición del éxtasis físico y satisfacción emocional que resulta del intercambio sexual entre dos personas profundamente enamoradas es el mejor anticipo comúnmente disponible para nosotros de nuestra permanente condición del estado resucitado.