En esta celebración penitencial, que es como una prolongación de la gracia del Bautismo, queremos unirnos también a la muerte y resurrección de Cristo.

En esta celebración penitencial, que es como una prolongación de la gracia del Bautismo, queremos unirnos también a la muerte y resurrección de Cristo.
No tenemos un Dios incapaz de oír las súplicas de sus hijos. Por el contrario, una diferencia entre nuestro Dios y los ídolos es que estos tienen orejas y no oyen, mientras que el Señor escucha el grito de los que le suplican.
Observa la actitud del rey de Nínive. Se despoja de su manto y se viste de saco. Con esa imagen se desea simbolizar un cambio profundo de vida. El manto es la identidad personal.
La Palabra de Dios es fiel. Dios cumple su Palabra, hace lo que dice. No se retracta la promesa, aun en daño propio. La voluntad divina siempre es favorable al hombre. Pedir que se lleve a cabo el plan de Dios es un beneficio para toda la sociedad.
Según la selección que hace la Iglesia de las lecturas de hoy, la santidad de Dios y la pureza de su voluntad se unen con las obras de misericordia. Dios es perfecto, santo y misericordioso.
El primer domingo de Cuaresma es clásica la referencia a las tentaciones que Jesús sufrió en su experiencia de desierto, testimonio de su naturaleza humana y acreditación para decirnos una palabra de aliento cuando nos veamos sumergidos en nuestras luchas.
Hemos alcanzado el final de la cuarentena. Nos parece mentira. El proyecto parecía difícil, y sin embargo, una vez más, se cumple la Palabra del Señor. Él da el maná, la fuerza, la luz, la capacidad para cada día.
Estamos a punto de alcanzar el final de la cuarentena cuaresmal. Como si estuviéramos a las puertas de entrar en la Tierra de la Promesa, Ezequiel adelanta proféticamente la meta del camino, la celebración de la alianza de Dios con su pueblo. “Haré con ellos una alianza de paz, alianza eterna pactaré con ellos”.
En este día, no olvidamos la advocación de la Virgen de los Dolores. Ella es la mujer fuerte. Si Susana, los jóvenes de Babilonia y Jeremías no se arredraron frente a quienes los perseguían, la madre de Jesús acompañará a su Hijo hasta el pie del madero, sabiendo también de quién se ha fiado.
La fiesta de la Solemnidad de la Anunciación y Encarnación que celebramos hoy tiene la mayor importancia dentro del calendario litúrgico, y en la Historia de la Salvación. Merece contemplar el Misterio en el que se funda nuestra fe, no apartar los ojos de la mujer que concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrá por nombre Emmanuel.
Es bueno ir disponiéndonos para los días santos, de modo que la próxima semana no signifique un cambio excesivamente brusco al celebrar de los días de la pasión, muerte y resurrección de Cristo.