Si estás leyendo esto, casi con toda seguridad quieres seguir a Cristo. O al menos lo buscas, te lo planteas, sientes inquietud por este seguimiento.
Si estás leyendo esto, casi con toda seguridad quieres seguir a Cristo. O al menos lo buscas, te lo planteas, sientes inquietud por este seguimiento.
La propuesta de fraternidad de Dios supera cualquier previsión. «Recogeré a los hijos de Israel de entre las naciones adonde han ido», nos dice en la primera lectura de hoy. Será la voluntad de Dios la que establezca los límites de la fraternidad.
La confianza en Dios te lleva a entender que, efectivamente, sondea las entrañas y el corazón. La experiencia de fe se sitúa en la profundidad del ser humano. Por eso, la construcción de la fraternidad, nos exige y posibilita reconocer el valor de cada persona.
Si hay algo desconcertante para el ser humano es entender en qué consiste la fecundidad para Dios. Nuestra comprensión del bien y la posibilidad nada tienen que ver con las promesas que Dios nos hace con su Alianza.
La lectura del profeta Daniel incide en la libertad que acompaña la vida de los testigos. La libertad de quien sabe que su respaldo es solo Dios. Ser buenos cristianos se apoya en la responsabilidad de ser buenos ciudadanos.
Es una incógnita real por qué se conjugaron una cadena de despropósitos que confluyeron en la condena de un inocente: Jesús. Desde el punto de vista racional es desconcertante; desde el punto de vista creyente es imprescindible.
La verdad se encierra en el corazón. Nada hay tan difícil como llegar a descubrir, sin embargo, su verdad nos dice el profeta Jeremías en la primera lectura de hoy. Y este descubrimiento al que probablemente todos hemos llegado en nuestra vida nos puede facilitar la aceptación y comprensión de la ambigüedad de los demás.
Confundir el seguimiento de Jesús con la obtención de algún privilegio está presente en la comunidad de discípulos y discípulas desde el comienzo de la historia.
Pocas expresiones tan duras de Jesús en el evangelio como la que se nos propone hoy: «pero no hagáis lo que ellos hacen». No denuncia solo la incoherencia sino la incapacidad de ponerse en el lugar del otro.
Lucas (6,36-38):EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:«Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis...
«Serás el pueblo santo del Señor…» leemos en la primera lectura de este día. «Tú serás mi pueblo y yo seré tu Dios» la inquebrantable alianza que el Padre establece con la humanidad para todos los tiempos. Es esa pertenencia la que posibilita los sueños mayores y mejores.