Jesús honraba a su Madre y en los Evangelios hay ejemplos de ello.

Jesús honraba a su Madre y en los Evangelios hay ejemplos de ello.
Y es que Cana no significa sólo la realización de un prodigio, sino el cumplimiento de un «signo»
La paz que vino a traernos Jesús no supone la ausencia de conflictos y sufrimientos; no es como la del mundo.
A Dios sólo lo pueden ver los ojos de un corazón limpio que ha sabido ponerle en el centro del querer, del pensar y del sentir.
La relación de María con Jesús no se agota en la maternidad, hoy nos asomamos a un nuevo título de María, el de discípula.
Dios sigue apostando por el hombre a través de su misericordia infinita demostrada, de forma desbordante, en su Hijo Jesucristo.
AMAS la luz que el manso mar eleva al cielo sin cesar en prodigiosa desnuda redondez.
María sólo puede aparecer como madre allí donde la Iglesia resume y rehace el camino de Jesús, como espacio en que se ofrece el reino al conjunto de los hombres, en palabra de misión y en gesto de acogida abierta para todos.
Hay unas palabras de Jesús que parecen estar dirigidas a los hombres y mujeres de nuestra generación: «Buscad y encontraréis …porque todo el que busca encuentra» (Mt 7.7-8).
El exceso de información, la falta de silencio, la excesiva cercanía a los acontecimientos, nos impide descubrir su sentido y, en consecuencia, elaborar respuestas creativas que nos ayuden a conducirnos de una manera más humana y satisfactoria.
Os invito a adentrarnos en esas hermosas fantasías marianas, que no son ensoñaciones sino formas atrevidas de presentarnos al Dios verdadero y su designio sobre el mundo.