Eliana Cevallos – La alegría del amor
Retomando el capítulo cuarto de la Exhortación apostólica sobre el amor en la familia, nos detendremos a reflexionar en uno de los temas más significativos de la vida conyugal: el compartir la vida juntos.
Eliana Cevallos – La alegría del amor
Retomando el capítulo cuarto de la Exhortación apostólica sobre el amor en la familia, nos detendremos a reflexionar en uno de los temas más significativos de la vida conyugal: el compartir la vida juntos.
Ronald Rolheiser | En el Exilio
Dos caminos se bifurcaban en un bosque, y yo… Tomé el menos transitado, y eso ha marcado la diferencia. La mayoría de nosotros estamos familiarizados con estas palabras de Robert Frost…
Eliana Cevallos – La alegría del amor
Concluyendo este capítulo sobre los desafíos que actualmente enfrenta la familia, el papa Francisco subraya la necesidad de poner atención a su función educativa.
Ronald Rolheiser | En el Exilio
Una de las grandes tragedias de toda la literatura es la historia bíblica de Saúl. Saúl es peor que Hamlet. Hamlet, al menos, tenía buenas razones para el desastre que le sobrevino. A Saúl, dados los dones con los que empezó, le debería haber ido mucho mejor.
Laiconet – Evangelio Seglar
Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.
Eliana Cevallos – La alegría del amor
Siguiendo la línea del artículo anterior y la llamada de atención del papa Francisco sobre el individualismo, vamos a reflexionar juntos sobre lo que llama la Exhortación apostólica una actual “huida de los compromisos”.
Mi temprana educación religiosa, a pesar de toda su solidez, puso un énfasis demasiado gravoso en el temor de Dios, temor del juicio y temor de no ser nunca lo suficientemente bueno para ser grato a Dios. Interpretó literalmente los textos bíblicos que presentan a Dios airado y enojado con nosotros.
El primer capítulo del libro del Apocalipsis contiene un poderoso desafío que está oculto en el lenguaje esotérico global de ese libro. Juan, su autor, hablando en la voz de Dios, dice algo en este sentido: He visto qué duro trabajas, he visto tu fidelidad y tu hambre de la verdad; pero tengo esto contra ti: “tienes menos amor en ti ahora que cuando eras joven”. ¡Eso duele!
Hace cuarenta años, en noviembre de 1982, empecé a escribir esta columna mientras estudiaba doctorado en Bélgica. Elegí llamarla “En el exilio” por dos razones. Superficialmente, elegí este título porque estaba viviendo en Europa, lejos de gran parte de lo que consideraba mi hogar. Aun cuando no pretendía ser Robert Browning escribiendo Home-Thoughts, From Abroad (Pensamientos de casa. Desde el extranjero), sí que tuve una satisfacción de amateur en el pequeño paralelo.
No basta con tener santos; ¡necesitamos santos para nuestro tiempo! Un comentario esclarecedor de Simone Weil. Los santos de antaño tienen mucho que ofrecer; pero miramos su bondad, su fe y su abnegación y nos resulta más fácil admirarlos que imitarlos. Sus vidas y sus circunstancias parecen tan alejadas de las nuestras que fácilmente nos distanciamos de ellas.
Sólo hay una adicción por la que se nos alaba: el exceso de trabajo. Con cualquier otra adicción, los interesados buscan meterte en una clínica o en un programa de recuperación, pero si tu adicción es el trabajo, generalmente se ve como una virtud. Sé de lo que hablo.