Todos nosotros estamos familiarizados con el relato bíblico de la Visitación. Sucede al principio del Evangelio de Lucas. Se encuentran María y su prima Isabel, ambas embarazadas. Una lleva en su vientre a Jesús, y la otra a Juan el Bautista.
Todos nosotros estamos familiarizados con el relato bíblico de la Visitación. Sucede al principio del Evangelio de Lucas. Se encuentran María y su prima Isabel, ambas embarazadas. Una lleva en su vientre a Jesús, y la otra a Juan el Bautista.
A aquellos de vosotros que no sois canadienses, quizá este nombre podría no decir mucho; pero, esta pasada semana, Canadá perdió a uno de sus grandes iconos culturales, Jean Beliveau, un afamado atleta. Murió, y todos los canadienses -incluso este canadiense en el exilio- lloran su muerte.
En 1996, unos extremistas musulmanes martirizaron a casi una comunidad entera de monjes trapenses en Atlas, Argelia. Muchos de nosotros, gracias a una película, “De dioses y hombres”, estamos familiarizados con su historia y también con la extraordinaria fe y coraje con que estos monjes -particularmente su abad, Christian de Cherge- arrostraron sus muertes.
Dios nos ha dado dos iglesias; una se encuentra en cualquier lugar, y la otra, en lugares escogidos. Algunos de nosotros preferimos una de estas y luchamos con la otra, pero ambas son lugares sagrados donde Dios puede ser encontrado y adorado.
No es ningún secreto que hoy día ha habido una masiva caída en la asistencia a la iglesia. Por otra parte, esa caída no corre pareja con el mismo difundido aumento en ateísmo y agnosticismo. Al contrario, más y más gente afirma ser espiritual pero no religiosa, llenos de fe pero no asistentes a la iglesia. ¿Por qué se da este éxodo de nuestras iglesias?
La literatura espiritual ha destacado siempre la primordial lucha entre el bien y el mal, y esto ha sido entendido generalmente como una guerra, una batalla espiritual. Así, como cristianos, nos han advertido de que debemos estar vigilantes contra los poderes de Satanás y otras varias fuerzas del mal.
Cuando nos sentimos extremadamente pobres con respecto a nuestra fe y a nuestras seguridades religiosas, Dios puede finalmente comenzar a moldearnos a su imagen y semejanza y desembocar en nuestra vida, puro y sin mancha.
Recientemente un amigo mío asistió a un funeral de un hombre que había dispuesto de su propia vida suicidándose. Al final del servicio religioso el hermano del finado habló a la asamblea cristiana.
Conozco ahora de modo existencial que la vida es frágil, que la salud es algo precioso y que tiene que apreciarse en vez de tomarla a la ligera. La fe y la esperanza están entrando a raudales en mi vida como nunca anteriormente
La mayor parte de mi vida adulta la he vivido y he trabajado en círculos académicos, estudiando en varias universidades, enseñando en círculos universitarios y teniendo como amigos íntimos y como colegas a profesores de universidad. ¿Cómo es ese mundo universitario? ¿Qué clase de gente habita en los ambientes académicos?
O dejamos de orar o dejamos de pecar y racionalizar. ¡El mayor peligro moral en nuestra vida consiste en que, lamentablemente, dejemos de orar!