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Invitación a la madurez – Llorando sobre Jerusalén

Invitación a la madurez – Llorando sobre Jerusalén

La madurez tiene varios niveles. La madurez básica se define como haber superado esencialmente el egoísmo instintivo con el que nacimos, de modo que nuestra motivación y acciones sean ahora determinadas por las necesidades de los demás y no sólo por las propias nuestras.

¿Puede la tierra gritar?

¿Puede la tierra gritar?

¿La tierra siente dolor? ¿Puede gemir y gritar a Dios? ¿Puede la tierra maldecirnos por nuestros crímenes? Parecería que sí, y no sólo porque lo dicen los ecologistas, los moralistas y el Papa Francisco. La misma Escritura parece decirlo.

La ley de la gravedad y el Espíritu Santo

La ley de la gravedad y el Espíritu Santo

Dios está cargado eróticamente y el mundo está dolorosamente apasionado; de ahí que se abracen uno a otro en mutua atracción y filiación. El filósofo judío Martin Buber hizo esa afirmación, y aunque parece repetir perfectamente una frase del párrafo inicial de la autobiografía de san Agustín (“Nos has hecho para ti, Señor, y nuestros corazones están inquietos hasta que descansen en ti”) insinúa algo más.

Cuando dudamos del poder de la oración

Cuando dudamos del poder de la oración

Necesitamos orar aun cuando eso parezca hacer la cosa con menos vida. Ese es un consejo de Michael J. Buckley con el que necesitamos desafiarnos diariamente. Ante la vida real, la oración puede parecer con frecuencia la cosa  con menos vida. ¿Qué supone hacer oración?

11 de septiembre. Veinte años más tarde.

11 de septiembre. Veinte años más tarde.

Hace hoy veinte años, tratando de digerir los acontecimientos del 11 de septiembre, escribí esta columna. Dos décadas después, mi reacción es la misma. Aquí está la columna.