Ronald Rolheiser | En el Exilio
Ron Rolheiser explora la pregunta fundamental de cómo conocemos a Dios, argumentando que la prueba reside no en la lógica o la imaginación, sino en vivir una vida de compasión y propósito.
Ronald Rolheiser | En el Exilio
Ron Rolheiser explora la pregunta fundamental de cómo conocemos a Dios, argumentando que la prueba reside no en la lógica o la imaginación, sino en vivir una vida de compasión y propósito.
Necesitamos dar algunas de nuestras posesiones con el fin de estar sanos. La riqueza que se acumula corrompe siempre a aquellos que la poseen. Todo don que no es compartido se corrompe. Si no somos generosos con nuestros dones, seremos envidiados con amargura y finalmente nos volveremos amargados y rencorosos.
Cuando ya no sabemos cómo orar, el Espíritu, en gemidos demasiado profundos para ser expresados en palabras, ora a través de nosotros. San Pablo escribió esas palabras, que contienen una sorprendente revelación y un admirable consuelo, a saber, hay una profunda oración que se da dentro de nosotros más allá de nuestra conciencia e independiente de nuestros deliberados esfuerzos
Después de que la Madre Teresa murió, sus diarios revelaron algo que impactó a mucha gente: durante los últimos 60 años de su vida -desde los 27 hasta los 87, en que murió- luchó por imaginar que Dios existía, y no tuvo la menor experiencia afectiva ni de la persona ni de la existencia de Dios.
¡Algún día tendrás que comparecer ante tu Creador! Todos hemos oído esta frase. Llegará la hora en que nos presentaremos solos delante de Dios, sin ningún lugar donde escondernos, ninguna estancia donde justificarnos y ninguna excusa que ofrecer por nuestras debilidades y pecados.
La iglesia ha luchado siempre con el sexo, pero lo mismo han hecho los demás. No hay culturas, religiosas o seculares, pre-modernas o modernas, pos-modernas o pos-religiosas, que expongan una característica sexual verdaderamente sana.
Ronald Rolheiser | En el Exilio
Ron Rolheiser explora la pregunta fundamental de cómo conocemos a Dios, argumentando que la prueba reside no en la lógica o la imaginación, sino en vivir una vida de compasión y propósito.
Necesitamos dar algunas de nuestras posesiones con el fin de estar sanos. La riqueza que se acumula corrompe siempre a aquellos que la poseen. Todo don que no es compartido se corrompe. Si no somos generosos con nuestros dones, seremos envidiados con amargura y finalmente nos volveremos amargados y rencorosos.
Cuando ya no sabemos cómo orar, el Espíritu, en gemidos demasiado profundos para ser expresados en palabras, ora a través de nosotros. San Pablo escribió esas palabras, que contienen una sorprendente revelación y un admirable consuelo, a saber, hay una profunda oración que se da dentro de nosotros más allá de nuestra conciencia e independiente de nuestros deliberados esfuerzos
Después de que la Madre Teresa murió, sus diarios revelaron algo que impactó a mucha gente: durante los últimos 60 años de su vida -desde los 27 hasta los 87, en que murió- luchó por imaginar que Dios existía, y no tuvo la menor experiencia afectiva ni de la persona ni de la existencia de Dios.
¡Algún día tendrás que comparecer ante tu Creador! Todos hemos oído esta frase. Llegará la hora en que nos presentaremos solos delante de Dios, sin ningún lugar donde escondernos, ninguna estancia donde justificarnos y ninguna excusa que ofrecer por nuestras debilidades y pecados.