No se encontraron resultados
La página solicitada no pudo encontrarse. Trate de perfeccionar su búsqueda o utilice la navegación para localizar la entrada.
La página solicitada no pudo encontrarse. Trate de perfeccionar su búsqueda o utilice la navegación para localizar la entrada.
A veces, durante un tiempo, el sufrimiento por la pérdida es tan profundo y obsesivo que no hay clínica sicológica, ni terapia, ni palabra religiosa de consuelo, que puedan hacer mucho por nosotros.
Podemos conocer a Dios, pero nunca imaginarlo o encapsularlo en un pensamiento. ¿Por qué no? ¿Por qué nunca podemos formar un retrato de Dios o hablar de Dios de forma adecuada?.
Más que cualquier otra cosa, lo que quizás estamos buscando de modo inconsciente es un confesor, alguien a quien podamos abrir nuestros corazones, serle completamente transparentes, contarle nuestra confusión interior y admitir libremente nuestros pecados.
Cada vez que vayamos a la oración, o a ejercer nuestro ministerio, o a hacer algo religioso, es bueno preguntarnos a nosotros mismos: ¿De quién o de qué se trata, realmente?
En los Evangelios las palabras “multitud” (o “muchedumbre”) casi siempre se usan en sentido peyorativo, tanto es así que casi cada vez que aparecen esas palabras se las puede introducir con el adjetivo “estúpida” o “insensata”.