Es para nosotros cuestión de vida o muerte que nuestras Eucaristías puedan definirse como "la Eucaristía de Jesús", que en ellas sea reconocible su Presencia, su protagonismo. Y que nadie ni nada -que no sea Él- se adueñe de la celebración.
Es para nosotros cuestión de vida o muerte que nuestras Eucaristías puedan definirse como "la Eucaristía de Jesús", que en ellas sea reconocible su Presencia, su protagonismo. Y que nadie ni nada -que no sea Él- se adueñe de la celebración.
Toda vocación es una llamada a la alegría, porque en solidaridad con muchos hombres y mujeres, con Jesús, el Señor, y María, somos escogidos para transformar el mundo viejo y para dar a todo lo existente optimismo y esperanza.
¡Qué extraño suceso dentro de la historia de la salvación es éste: Se prescinde por primera vez del varón y recae todo el protagonismo sobre la mujer!
María por sí sola puede no ser madre. Su misma virginidad es incapaz de ello. Sólo la actuación creadora del Espíritu, la hace posible.
La madre de este hombre se llama Miriam, Un nombre muy evocador. Recordaba a la hermana de Moisés y de Aarón, llamada «María, la profetisa».
Retiro: Mes de Octubre
“Un cambio concreto de paradigma en la relación de la Iglesia con la Palabra en la actitud de escucha orante” (Verbum Domini, 28). ¿Qué implica un cambio concreto de paradigma en la actitud de escucha orante desde la perspectiva de la Palabra, del Libro sagrado?
En nuestro tiempo la idolatría reemplaza al ateísmo y a la misma fe, como fenómeno de masas y de personas. Consciente o inconscientemente nuestras sociedades se están volviendo idólatras.
Estamos en la época de los caminos, los métodos, los proyectos, los planes, las hojas de ruta, las programaciones, los mapas de recorrido…. Las comunicaciones vía email, o vía propaganda que recibimos no son pocas. Abrimos el mapa de recorridos que se nos proponen y nos abruma la propuesta de tanto itinerario.
Habría un nuevo sentido de “misión compartida”, en la cual lo que más resalta no es lo carismático y peculiar del instituto, sino la “misión eclesial” en cuanto tal, o incluso la “misión”.
Solo en éstos últimos años hemos comenzado a hablar de “misión compartida”. Esta nueva perspectiva no es una mera ocurrencia. Tiene su sentido. Nos preguntamos, entonces, ¿a qué se debe este nuevo adjetivo? ¿Qué hace necesaria esta forma de hablar?