El anillo es un signo nupcial. Lo llevan los esposos. El obispo lo recibe en su consagración episcopal.

El anillo es un signo nupcial. Lo llevan los esposos. El obispo lo recibe en su consagración episcopal.
Quiero seguir siendo sacerdote porque, después de casi 40 años, la rutina y la costumbre me han impedido disfrutar de la “dignidad” de serlo, y no quiero acostumbrarme al misterio que represento.
Es Navidad cuando avivamos la fe en nuestro amor conyugal.
“La misión de mi vida es hacerte feliz”. Expresiones como ésta suelen utilizarse en declaraciones de amor. Al menos en las películas de amor. Está dentro del arrobamiento que implica la experiencia de enamoramiento. Puede ser que en tiempos posmodernos esta pretensión tenga una reminiscencia demasiado romántica. Puede ser que no conmueva a los jóvenes actuales.
Hemos pasado de una familia con forma de mesa camilla a una familia con forma de sofá alargado frente a una gran pantalla.
Existen en la vida matrimonial, como en la vida célibe, múltiples esperas cotidianas.
Hay lugares que tienen gracia. Y me refiero a la gracia como disfrute. Y a la gracia como donación humana y divina. A la relación matrimonial cada persona va con su propia historia individual, y también con sus afanes, sus sueños, expectativas, aspiraciones.
Hace ya muchos años que Nicola di Bari se sentía el último romántico cantándole a la luna. Hoy día surge con insistencia la pregunta: ¿Están llegando a su fin las generaciones del amor romántico?
Querido Jesús crucificado : hoy te escribo esta carta, Quiero expresarte mis sentimientos. Con frecuencia me siento rabioso; en otros momentos siento fuertes temores. También vivo sentimientos de mucha pena. Constato que algunos quieren quitar tu recuerdo/símbolo de los espacios públicos.
Para poder vivir una auténtica relación de amor, se requieren algunas actitudes previas y fundamentales. Son punto de partida para una relación de amor constructiva y personalizada.
La relación de amor entre los cónyuges tiene una dimensión de fascinación. El tiempo fundante es fascinante. Es un tiempo de descubrimiento del otro, del descubrimiento de sí mismo/a gracias a la mirada de amor del pretendiente.