Jesús, si todo lo puedes, ¿por qué necesitas la ayuda de otro para llevar a término la obra que te ha encomendado tu Padre? “Y llamó a los que Él quiso para que estuvieran con Él y para mandarlos a predicar”. Y sigue hoy siendo posible ayudar a Jesús a llevar la cruz, sobre todo cuando ponemos nuestras manos en el dolor del prójimo, y somos solidarios con quienes padecen pruebas tantas veces injustas y humillantes.
Autor
Ángel Moreno
Cuarta Estación: Jesús se encuentra con su Madre
Jesús, ¿por qué permites tanto dolor para quien tanto te quiere? ¿Por qué alcanza la Cruz a tu madre, si a tus discípulos les has permitido evitar la prueba? “Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visita el sol que nace de lo alto”. “Para decir una palabra de aliento al abatido”. María, la Madre de Jesús, está en el camino de la vida de cada ser humano, compasiva y entrañable.
Tercera Estación: Jesús cae por primera vez
Jesús, si eres poderoso, si todo se ha hecho por tu Palabra, ¿por qué estás en el suelo derrumbado, sin fuerzas? “Mi fuerza y mi poder es el Señor, Él es mi salvación”. Del hombre es la prepotencia, el afán protagonista en busca de éxito; signo de divinidad es la confianza, el abandono en manos de la Providencia. El que todo lo puede se hace esclavo de todos.
Primera Estación: Jesús es condenado a muerte
Jesús ¿por qué callas ante la injusticia que te hacen? ¿Acaso es mejor el silencio que la protesta? “El que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado”. Y comprendo que del hombre es la venganza, el odio, la violencia, la reacción defensiva. De Dios es el perdón, la humildad, la ultimidad, el despojo.
Segunda Estación: Jesús carga con la Cruz
Jesús, ¿por qué tienes que cargar con la Cruz? ¿No hay otra forma menos dolorosa para demostrarnos el amor que nos tienes? “Nadie tiene amor más grande que el que da su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos”. “El quiera ser discípulo mío que tome su cruz y me siga”. Y comprendo que en vez de pronunciarnos un discurso compasivo, ante nuestro dolor te haces Tú mismo nuestro sufrimiento. En tu Cruz va la nuestra.
Pasión
Cada viernes de Cuaresma, la Iglesia nos invita de manera especial a contemplar los padecimientos de Jesús durante los días de su Pasión. La Liturgia de este día nos ofrece las imágenes proféticas de los sufrimientos del justo, acechado por aquellos a los que incomoda su vida honesta.
Sexta Estación: La verónica limpia el rostro a Jesús
Jesús, ¿me dejarás aliviar tu sudor en el camino de la Cruz? “Lo que hagas a uno de estos mis pequeños conmigo lo hiciste”. Se nos ha constituido samaritanos, manos solidarias, vasos de agua y pan partido para quienes sufren necesidad. Se nos ha constituido mediación de la misericordia de Dios para cuantos sienten desolación y lloran.
Octava Estación: Jesús se dirige a las mujeres de Jerusalén
Jesús, ¿por qué te detuviste a hablar a las mujeres, en el penoso camino de la Cruz? Así lo hice con la samaritana, con la cananea, con la sirofenicia, con la viuda de Naím, con la pecadora, con Marta y María, con María Magdalena, con la adúltera, y con mi Madre.
Quinta Estación: Obligan a Simón a llevar la cruz
Jesús, si todo lo puedes, ¿por qué necesitas la ayuda de otro para llevar a término la obra que te ha encomendado tu Padre? “Y llamó a los que Él quiso para que estuvieran con Él y para mandarlos a predicar”. Y sigue hoy siendo posible ayudar a Jesús a llevar la cruz, sobre todo cuando ponemos nuestras manos en el dolor del prójimo, y somos solidarios con quienes padecen pruebas tantas veces injustas y humillantes.
Cuarta Estación: Jesús se encuentra con su Madre
Jesús, ¿por qué permites tanto dolor para quien tanto te quiere? ¿Por qué alcanza la Cruz a tu madre, si a tus discípulos les has permitido evitar la prueba? “Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visita el sol que nace de lo alto”. “Para decir una palabra de aliento al abatido”. María, la Madre de Jesús, está en el camino de la vida de cada ser humano, compasiva y entrañable.
Tercera Estación: Jesús cae por primera vez
Jesús, si eres poderoso, si todo se ha hecho por tu Palabra, ¿por qué estás en el suelo derrumbado, sin fuerzas? “Mi fuerza y mi poder es el Señor, Él es mi salvación”. Del hombre es la prepotencia, el afán protagonista en busca de éxito; signo de divinidad es la confianza, el abandono en manos de la Providencia. El que todo lo puede se hace esclavo de todos.