Bienvenidos al rincón de Juan.
Comentario al evangelio del domingo 25 de mayo. Sexto domingo de Pascua.
Todos tenemos objetos que nos gusta conservar, fotos, figuras, la prenda, objetos que nos evocan a personas y momentos que incluso cuando hacemos limpieza en nuestra casa o incluso hacemos mudanza, esos objetos no los eliminamos, sino que vienen con nosotros, los guardamos.
Los guardamos porque lo que amamos lo guardamos.
Escuchamos esta frase en el evangelio de hoy. El que me ama guardará mi palabra. Jesús insiste en estar unidos a él y la invitación es que guardemos en el corazón esas palabras.
Y hay dos modos de estar unidos a Jesús: cumpliendo su palabra, guardar como Jesús nos aconseja y también dejándonos guiar, como nos va a decir hoy por el Espíritu Santo, que es la presencia de Dios entre nosotros.
Estas palabras las dice Jesús en el contexto de la última cena, porque el próximo domingo vamos a celebrar la ascensión donde Jesús vuelve al Padre, que es también nuestro destino, pero él no nos deja huérfanos ni nos deja solos, sino que está con nosotros.
Por eso nos pide guardar en el corazón la palabra, porque tiene que ser algo valioso para nosotros.
La primera lectura de este domingo de los Hechos de los Apóstoles me detengo un poco más porque surge un conflicto entre los primeros cristianos 20 años después de la ascensión del Señor.
Hay creyentes que vienen del mundo judío y hay creyentes que vienen del mundo pagano, que antes no eran creyentes. Entonces, ¿qué hacer? Estos nuevos creyentes deben circuncidarse, deben cumplir con los ritos judíos o no.
Para los otros puede parecer una cuestión irrelevante, pero para ellos era importante porque suponía o seguir con la tradición antigua o romper con esa tradición.
Y ante esa decisión consultan a Pablo y Bernabé y estos deciden viajar a Jerusalén a preguntar a Pedro en ese famoso concilio, ¿qué hacer? ¿Qué hacemos?
Resuelven un conflicto dialogando, disciernen. Esto nos puede venir bien a nosotros para tener en cuenta que entre las dificultades y problemas o momentos de la vida donde no sabemos qué hacer, el discernimiento en comunidad siempre es una herramienta útil donde el espíritu se manifiesta.
También nosotros recibimos ese Espíritu Santo, esa presencia de Dios que nos enseña, nos guía, nos acompaña para saber tomar las decisiones correctas en momentos en las que no sabemos qué hacer, para discernir en momentos de dificultad y para estar abiertos a esos dones que Dios nos regala.
Por eso la frase de Jesús también en el evangelio de hoy va a ser, que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde, porque esa presencia del Espíritu de Dios está con nosotros.
Lo único que se nos exige es hacer sitio, vaciarse por dentro para recibir ese Espíritu Santo y que él pueda entrar más en nosotros.
Pues bien, Señor, así te lo pedimos en este sexto domingo de Pascua. Queremos guardar tu palabra en el corazón y dejarnos guiar por ese espíritu.
Feliz domingo.