Video – Comentario al Evangelio del Segundo Domingo de Pascua, 27 de Abril de 2025

26 de abril de 2025

Bienvenidos al rincón de Juan.

Comentario al evangelio del segundo domingo de Pascua, 27 de abril.

Paz a vosotros. Acabamos de celebrar las exequias del Papa Francisco. Damos gracias a Dios por estos 12 años de pontificado y le pedimos al Espíritu Santo que suscite la Iglesia un Papa continuador de la reforma de Francisco.

Paz a vosotros es el mensaje que nos da Jesús en este segundo domingo de la Pascua. Es un mensaje que no todos acogen al inicio. El apóstol Tomás, que no estaba con el grupo de los 12, no cree a sus hermanos. Si no lo veo, no lo creo. Necesita tocar y palpar, experimentar por cuenta propia lo que le están contando.

El antiguo catecismo de Astete decía: «La fe es creer lo que no vemos.» Pero para ampliar esta afirmación y perfeccionarla, habría que decir más bien: la fe es saber ver lo que creemos. Y es que las experiencias más fundamentales de la vida no se pueden demostrar empíricamente, no se pueden demostrar solo con la razón, aunque hay que razonarlas, porque el no actuar razonablemente es contrario a la naturaleza de Dios. Pero la sola razón no explica el amor, la felicidad, la belleza, la amistad. Como decía el autor del Principito: «Lo esencial es invisible a los ojos.»

Siempre hay que hacer un ejercicio de confianza. ¿Dónde están? Nos podemos preguntar en este segundo domingo de Pascua sobre la certeza de Cristo resucitado, porque no hubo testigos, nadie lo vio resucitar, pero sí hubo unos efectos sorprendentes en aquellos que se encontraron con el resucitado, empezando por el grupo de los 12. Y esos efectos fueron radicales porque les cambiaron totalmente. Pasaron del miedo al valor, de estar encerrados a predicar y anunciar a Cristo resucitado. De la tristeza pasaron a la alegría, de la turbación pasaron a la paz.

Ese efecto de la resurrección les transformó por completo. Pero fijaros, no fue un efecto automático ni rápido, sino que fue todo un proceso. En todas las apariciones que vemos en los evangelios del resucitado, su reconocimiento no es inmediato. María Magdalena no se da cuenta al principio que es Cristo, lo confunde con el hortelano solo cuando la llama por su nombre. Los dos de Emaús no se dan cuenta que el que camina con ellos es Cristo resucitado, solamente cuando se sienta al finalizar la jornada y parte con ellos el pan. Juan en la pesca milagrosa no se da cuenta al principio cuando ve a aquel hombre en la orilla del lago, sino precisamente cuando saca ese montón de peces.

También nosotros estamos llamados durante 50 días hasta el tiempo de Pascua a poder tener este proceso de encontrarnos con el resucitado, a poder experimentar los efectos de la resurrección. Nosotros no lo vemos, no lo podemos tocar y palpar como quería hacer Tomás, pero podemos sentir su presencia, una presencia que te envuelve de manera íntima y cercana, una mano providente que está en todas las cosas que te rodean. Podemos sentir y ver los reflejos de su amor y de su belleza en múltiples detalles cotidianos. Podemos sentir en nuestro interior una fuerza que te empuja y te supera para amar.

Los efectos de la resurrección es lo que estamos llamados a percibir, a sentir, aunque no los podamos razonar 100%. Hay una expresión muy bonita que alguna vez he comentado que dice: «El miedo llamó a mi puerta, salió a abrir la fe y no había nadie.»

Por tres veces la expresión: «Paz a vosotros» y la pregunta con la que terminamos esta reflexión: ¿Dónde está hoy Cristo resucitado? ¿Dónde podemos encontrarnos con él? Pues siempre que hay un amor victorioso, un servicio entregado, una oración con espíritu, una comunidad que se ama, una superación y un sufrimiento aceptado, ahí está Cristo resucitado. Ahí está la fuerza de la resurrección. Paz a vosotros. Feliz Pascua.