Roma, testigo de una juventud encendida por la esperanza

5 de agosto de 2025

Misa-Papa-Roma-2025Durante la última semana de julio, del 28 de julio al 3 de agosto, Roma vivió algo más que un evento eclesial. Fue una verdadera experiencia de Pentecostés juvenil. Más de un millón de jóvenes, llegados desde casi 150 países, participaron en el Jubileo de la Juventud, enmarcado en el Año Santo bajo el lema “Peregrinos de la Esperanza”.

Una bienvenida que encendió corazones

El martes 29 de julio, la Plaza de San Pedro se llenó hasta los bordes. Con una solemne Eucaristía de apertura presidida por Mons. Rino Fisichella, los jóvenes fueron acogidos como hermanos peregrinos. El momento más emotivo llegó con la presencia del Papa León XIV, quien recorrió la plaza en el papamóvil, saludando con alegría a miles de rostros jóvenes.

En su mensaje, el Santo Padre no escatimó palabras para alentar:

“Ustedes son la sal de la tierra, la luz del mundo… El mundo necesita esperanza, y ustedes son ese mensaje.”

Sus palabras resonaron como una llamada: ser portadores del Evangelio allí donde la desesperanza parece tener la última palabra.

Fe que dialoga con la ciudad

Los días 30 y 31 de julio transformaron a Roma en un gran espacio de encuentro entre fe y cultura. Bajo el lema “Diálogo con la ciudad”, los jóvenes participaron en propuestas artísticas, musicales, talleres de servicio y encuentros en parroquias y comunidades religiosas. Fue una forma concreta de vivir la fe en medio del mundo, abriendo caminos de fraternidad en cada barrio romano.

Un sacramento que transforma: confesiones en el Circo Máximo

El viernes 1 de agosto fue, sin duda, uno de los momentos más intensos del Jubileo. En el histórico Circo Máximo, más de mil sacerdotes se distribuyeron en confesionarios al aire libre, disponibles en múltiples idiomas. Muchos jóvenes vivieron allí una reconciliación profunda, acompañados con paciencia y ternura por los ministros del perdón. La Iglesia mostró su rostro materno, acogiendo y sanando con la gracia del sacramento.

Vigilia de adoración y escucha: el corazón del Jubileo

La noche del sábado 2 de agosto, en Tor Vergata, tuvo lugar la gran vigilia de oración. Desde su llegada en helicóptero hasta la procesión con la Cruz de los Jóvenes, el Papa León XIV se unió al fervor juvenil con una cercanía entrañable. En un ambiente de profundo silencio y adoración, miles de jóvenes se arrodillaron ante el Santísimo Sacramento.

El Papa respondió a preguntas en varios idiomas, abordando con naturalidad cuestiones como la vocación, la soledad, la amistad y el deseo de Dios. Con palabras sencillas pero cargadas de profundidad, animó a no tener miedo de decisiones exigentes:

“Ten el coraje de tomar decisiones difíciles y decir a Jesús: ‘Tú eres mi vida, Señor’.”

También recordó con emoción a dos jóvenes fallecidas, María (España) y Pascale (Egipto), así como a Ignacio, un joven hospitalizado en Roma, pidiendo oraciones por ellos. Fue un momento de comunión real, en el que el dolor y la esperanza se abrazaron a los pies de Cristo.

Misa conclusiva: enviados como testigos

El domingo 3 de agosto, más de un millón de jóvenes se congregaron de nuevo en Tor Vergata para la Misa de envío, concelebrada por 20 cardenales, 450 obispos y 7.000 sacerdotes. En su homilía, el Papa ofreció tres imágenes que calaron hondo:

  • La fragilidad humana como lugar de gracia:

“La fragilidad forma parte de la maravilla que somos… como el césped que renace después del invierno.”

  • La inquietud como signo de vida:

“Si estás inquieto es porque estás vivo… No somos enfermos, somos jóvenes que buscan algo más.”

  • Y el don de sí como camino a la felicidad:

“La plenitud no se encuentra acumulando, sino entregándonos.”

En el rezo del Ángelus, el Papa recordó a los jóvenes de Gaza, Ucrania y de todas las tierras heridas por la guerra, reafirmando que la fraternidad es posible cuando el diálogo reemplaza a la violencia.

Finalmente, anunció con esperanza:

“Nos encontraremos en Seúl, Corea, en la Jornada Mundial de la Juventud del 3 al 8 de agosto de 2027.”

Reflexión final: sembradores de esperanza

Este Jubileo ha sido, sin duda, un nuevo amanecer de fe y esperanza. Para quienes acompañamos pastoralmente a los jóvenes, nos deja una interpelación clara: la juventud no es un problema a resolver, sino una gracia a cuidar. No está perdida, sino profundamente sedienta de Dios.

Los mensajes del Papa León XIV resuenan como eco del Evangelio: llamados a ser luz, a no temer la fragilidad, a vivir con inquietud santa, y a entregarnos con generosidad. Cada parroquia, comunidad, colegio y familia está invitada a prolongar este Jubileo, haciendo de cada espacio una tierra fecunda donde florezca la esperanza.