-Soy lo más importante -dijo el fuego-; sin mí, todos morirían de frío. -Lo siento -intervino el agua-, pero lo más importante soy yo; sin mí todos moriría de sed. -No lo diréis en serio -replicó el aire-: ?o es que pretendéis compararos conmigo? Sin mí todos morirían asfixiados; más aún, ni siquiera podrían nacer. Entonces vieron que Dios pasaba en silencio por aquel lugar. Y desde aquel momento, ni el agua, ni el fuego ni el aire han vuelto a pronunciar una palabra.
Viernes de la XXIX Semana del Tiempo Ordinario. San Antonio María Claret.
Lc 12, 54-59. ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente?




