María, Madre de nuestra esperanza

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Maria quiso estar presente en los últimos momentos de la vida de Jesús, llenos de dolor y sufrimiento. Ya Simeón le había recordado que una espada atravesaría su corazón.

ESTRUCTURA DE LA CELEBRACIÓN

Consta de tres partes diferentes:

  • Ambientación y textos bíblicos.
  • Páginas del diario de María durante los días de la pasión.
  • Escenificación de los diálogos de liaría con los objetos que intervinieron en la pasión de Jesús.

USO PASTORAL

  • Aunque la celebración está muy desarrollada, se puede adaptar a las circunstancias de cada grupo o comunidad.
  • Si resulta demasiado larga pueden suprimirse las partes que se crea oportuno,
  • Un buen momento para realizarla es el sábado santo por la mañana, después de haber celebrado la muerte de Jesús. Pero puede hacerse por partes, en otro momento, en forma de viacrucis…
  • Hay que cuidar todos los preparativos. Las personas de la escenificación que tienen que identificarse con los objetos que van a representar, los llevan en las manos o, en el caso de la túnica, vestida. Es conveniente que se alternen hombres mujeres. Los versos de Pedro Casaldáliga resumen bien el sentido de esta celebración:

«Señora de la Esperanza,
porque diste a la luz la Vida,
porque viviste la Muerte,
porque creíste en la Pascua,
porque comiste la Pascua,
porque moriste la Pascua
porque eres Pascua en la Pascua».



AMBIENTACION Y TEXTOS BÍBLICOS

Se ambienta con el disco de Emilio Vicente Mateu «Madre del Pueblo», hasta que todos se hayan colocado en su sitio. Después de un momento de silencio se inicia el pregón.



Pregón mariano



Amigos, ayer vivimos un gran día con Jesús, un
Jesús roto, un

Jesús crucificado, un Jesús abandonado, un
Jesús muerto… y todo porque nos amó.

Ayer caminamos pausadamente, silenciosamente hacia la Cruz que abraza
el mundo, que abrazamos cada uno de nosotros.

Hoy nos reunimos para acompañar a la madre del crucificado,
a nuestra madre María.

Ella vivió el dolor con valentía, Ella, la madre
de los valientes.

Ella vivió la esperanza de la fe, Ella, la madre de los que
esperan.

Ella se nos presenta hoy como el modelo de nuestra valentía
en las dificultades, como el modelo de nuestra fe y de nuestra
esperanza, como la madre siempre en pie, siempre dispuesta.

La acompañaremos, meditando los acontecimientos, leyendo
algunas páginas de lo que alguien ha llamado el
«Diario de María» en los días
de la Pasión, escenificando el grito de la esperanza de
María en medio de la creación y de las cosas;
recordando a los hijos de María que sufren hoy en el mundo,
que nosotros conocemos angustiados, preocupados…

Nos alegramos de que ore con nosotros. Así parece que nos
sentimos más Iglesia. Os invito a reflexionar, a cantar, a
orar con coraje, con garra.

¡Animo! La madre nos espera.



Canto

Santa María de la esperanza

manten el ritmo de nuestra espera (bis).



Lectura: Lc
2, 22.25.33.51

Cuando se cumplieron los días de la purificación,
María v José subieron a Jesús a
Jerusalen para presentarle al Señor. Había
allí un hombre llamado Simeón. Este hombre era
justo y piadoso y esperaba la consolación de Israel y estaba
en él el Espíritu Santo.

María y José estaban admirados de las cosas que
se decían I de Jesús: Simeón les
bendijo y dijo a María; «Este está

puesto para caída y elevación de muchos en Israel
y para ser señal de contradicción, Y a ti una
espada te atravesará I el alma». María
conservaba cuidadosamente todas estas cosas en su corazón.



Canto

Madre de todos los hombres, enséñanos a decir.
Amen.

Dos chicos y dos chicas leerán pausadamente k siguiente lectura que nos recuerda los últimos momentos de Jesús.



Lectura: Jn
19, 25-42

Junto a la Cruz de Jesús estaba su madre, la hermana de su
madre, María, mujer de Cleofás, y
María Magdalena. Jesús viendo a su madre y junto
a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre:

«Mujer ahí tienes a tu hijo». Luego dice
al I discípulo: «Ahí tienes a tu
madre». Y desde aquella hora el discípulo la
acogió en su casa.

Se deja un momento de silencio y se vuelve a cantar «Madre de todos los hombres enséñanos a decir: Amén».



Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo
estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dice:
«Tengo sed».

Había allí una vasija llena de vinagre. Sujetaron
a una rama de hisopo una esponja empapada en vinagre y se la acercaron
a la boca. Cuando Jesús tomó el vinagre, dijo:
«Todo está cumplido». Inclinó

la cabeza y entregó el Espíritu.

Se deja un momento de silencio y se vuelve a cantar «Madre de todos los hombres enséñanos a decir: Amén».



Como era el día de la Preparación, para que no
quedasen los cuerpos en la cruz el sábado, los
judíos rogaron a Piloto que le quebraran las piernas y los
retiraran. Al llegar los soldados a Jesús y verle ya muerto,
no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le
atravesó el costado con una lanza y al instante
salló sangre y agua.

Lo atestigua el que lo vio y su testimonio es válido, y
él sabe que dice la verdad, para que también
vosotros creáis. Todo esto sucedió para que se
cumplieran las Escrituras: «No le quebrarán hueso
alguno». Y también otra escritura dice:
«Mirarán al que traspasaron».

Se deja un momento de silencio y se vuelve a cantar «Madre de todos los hombres enséñanos a decir. Amén».



Después de esto, José de Arimatea, que era
discípulo de Jesús, aunque en secreto por miedo a
los judíos, pidió autorización a
Piloto para retirar el cuerpo de Jesús.

Piloto se lo concedió. Fueron, pues, y retiraron su cuerpo;
lo envolvieron en vendas, con los aromas, conforme a la costumbre
judía de sepultar.

En el lugar donde había sido crucificado había un
huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el que nadie
todavía había sido depositado.

Pusieron allí a Jesús, porque era el
día de la Preparación de los judíos y
el sepulcro estaba cerca.

Se vuelve a cantar «Madre de todos los hombres enséñanos a decir: Amén».

Después de escuchar las lecturas, manteniendo un fondo musical se dejan unos momentos de meditación y reflexión para darnos cuenta de lo que significa para nosotros estos últimos momentos de la vida de Jesús, en que entregó su vida por nosotros. Y lo que significó también para María que estuvo presente en estos acontecimientos tan dolorosos y difíciles narrados por Juan.



PAGINAS DEL DIARIO DE MARÍA



Monitor

A todos nos gusta tener nuestro diario íntimo en cuyas
páginas escribimos nuestros pensamientos, nuestros
sentimientos, nuestras ilusiones y desilusiones, nuestras amistades y
cariños.

Vamos a figuramos que también María
escribió durante la pasión de Jesús su
diario íntimo. Veamos algo de lo que ella debió

sentir.

Primera página: La traición de Judas

Todas las madres decimos lo mismo: los hijos son difíciles
de entender. Hhe visto a Jesús algo triste, preocupado estos
últimos días. Me sospecho que algo temible se
avecina porque El habla claramente de su muerte, pero no acabo de
entenderlo. Ayer vino Juan a verme, me susurró algunas
palabras oscuras sobre una posible traición, pero tampoco
él estaba cierto de nada.

Hoy he intentado hablar con Jesús. Me ha dicho que por
qué no salgo a dar una vuelta, que no me inquiete. Pero me
fue imposible, Jesús se fue a cenar con sus amigos. Y ahora,
ya muy avanzada la noche, Juan ha venido a decirme que judas ha
traicionado a mi hijo, judas.,.

Todo el tiempo estoy dando vueltas en la cabeza a este nombre. Recuerdo
las palabras de mi Hijo: «Uno de los míos me
traicionará». Entonces… Sí, Judos,..
¡Oh no! No quiero ser injusta en este juicio. No, no lo
juzgo. Hace tiempo vengo notando que me huye, como si mi
corazón pudiera descubrir algo dentro del suyo. No, judas no
es malo. Aunque he notado que tiembla al oír la palabra
«amor». Pienso que sólo es un pobre
chiquillo asustado y me gustaría conocer palmo a palmo su
infancia retorcida, en la que, sin duda, se encuentra el secreto de su
silencio arisco. Acaso nadie le ha amado nunca de veras. Es absurdo lo
que pienso y lo que digo, pero me gustaría haber sido su
madre.,.

Judas… otra vez ese nombre. Otra vez ese nombre… Veo su mirada
ensombrecida de niño malo, de pobre niño triste a
quien marcaron en su infancia.

Judas… hijo mío, ¿por qué has hecho
eso?¿Por qué le has traicionado? No huyas Judas,
no huyas. Tú sabes que Jesús es bueno.
Tú sabes que si amas mucho, El te perdonará mucho.

Judas, hijo, no te desesperes, espera siempre. Yo te perdono y te amo.



Audición musical: Canción de Judas (Superstar)



Cristo, tu no me oyes, pero lo que hice fue tu voluntad;

Cristo, todo mi pueblo, por lo de tu muerte, me despreciará.

Estoy salpicado de sangre inocente,

a mí por el fango se me arrastrará.

Estoy salpicado de sangre inocente,

y ahora la historia me condenará.

Yo le sigo queriendo y no podré olvidarlo,

sé que es un hombre más,

él no es un rey, no sé comprender,

si es igual que yo, miedo me da.

Cuando muerto esté, ¿me abandonará?

¿Me amará también o me
olvidará?

Mi alma está en tinieblas.

Dios mío, yo no sé ni sabré por
qué tú me elegiste.

Dios, yo no sé ni sabré por qué tuve
que ser yo.

Me has utilizado.

¿Por qué me elegiste para tu crimen?; y ahora,
mátame.

¿Por qué a mí? Mátame a
mí, mátame a mi;

¿Por qué a mí?

Se deja un tiempo de silencio y se invita o compartir lo que nos ha sugerido está página del diario y la canción. Podemos pensar en nuestras traiciones.



Oración

Madre, nos alegra pensar y saber que tú comprendes, que
tú perdonas, que tú tienes Irremediablemente
inscrita en ti la vocación de ser nuestra madre; la Madre de
los que somos traidores. Ruega por nosotros cuando estemos en la
tentación de ser traidores. Si alguna vez llegamos a serlo
escribe una página de perdón en nuestro diario.
Amén.



Segunda página

Jesús, perdona hoy a tu madre que no sabe decirte nada,
ahora que tú no estás presente junto a
mí, ahora que te encierra la fría losa.

Hijo mío, ahora no conozco otro oficio más que el
de estar sola, cansada y triste. No sé si no te
habré desilusionado esta tarde cuando estaba junto a tu
Cruz. No pude

defenderte, no pude, no pude. No sé por qué.

Yo estaba allí ofreciéndote a ti y ofreciendo mi
esfuerzo por contener las lágrimas. La espada de
Simeón ¿recuerdas? Era verdad lo que
profetizó aquel buen
viejo. 
,

Tú estabas muriendo y yo seguía viva. Tu sangre

-  la mía- resbalaba carne abajo hasta los pies, y luego
goteaba sonando lentamente en el silencio de la tarde.

Gracias por el recuerdo que tuviste para mí.

Gracias por haberme confiado a Juan. Gracias por haberme dado todos los
hijos del mundo.

Gracias por tus palabras; no fueron muchas, pero yo no podía
pedirte más: tú tenías sed;
además comprendí que en esos momentos
tenías que ocuparte de otras cosas.

¡Qué derecho tenía yo para robarte un
minuto cuando estabas perdonando, salvando, redimiendo!… No
quería ser egoísta, hijo mío.

Perdóname también que ahora te hable como si
estuvieres lejos. Sé que me oyes, que vas a venir de un
momento a otro, pero aún tengo tan cerca tus ojos muertos,
tu cuerpo muerto, tus manos frías, que es como si el
desierto de la muerte nublase mi esperanza. Pero yo sigo esperando. Yo
creo en tus palabras… ¿Has sufrido mucho?
¡Cómo me gustaría saber lo que has
sufrido! Pero ya está. Todo está consumado,

El Padre está contento y tu madre está orgulloso
de ti. Has sido un valiente, hijo; has sido un valiente. Descansa ahora.

Reposa en los brazos de tu Padre y en mi corazón de madre.



Se deja un tiempo de silencio.



Oración

Madre, somos los hijos que Jesús te ha dado. Te damos
gracias porque nos has acogido con amor. Pero no olvides que
tú has sido confiada a tus hijos. Quédate con
nosotros, vive nuestra vida, ríe y canta con nosotros.
Nuestra casa es tu cosa, nuestra familia es tu familia. Tú

serás como la Madre de nuestros ideales. Tú eres
nuestra y nosotros tuyos. Así para siempre.



Tercera página: la luz de la esperanza

Ya antes de nacer mi Hijo, y días después de su
nacimiento.

Conocí la noche de la duda, de la fe, pero nunca
creí que la noche fuera tan profunda. Ahora es terrible;
parece como si no viera ninguna ventana con luz. Sólo puedo
cerrar los ojos, entrar en la cuesta arriba.

¿Qué queda de todo aquello?¿Eso es ser
una madre?

¿Perderlo todo?

¿Por qué se ha de salvar siempre con sangre?

¿Por qué los inocentes deben pagar por los
culpables?

¿Por qué le ha tocado a mi hijo sufrir y morir?

Ayer el Calvario estaba más en mi seno que en
Jerusalén, clavaban dentro de mí, martilleaban
dentro. Era mí segundo parto, más doloroso que el
primero. Después de muerto volvió a pertenecerme.
Quitando sangre, espinas, barro, fui reconquistando su cuerpo; y,
sí cerraba los ojos, le hallaba como entre sueños.

Cuando la losa fue rodada y cubrió el sepulcro no hubo -como
en Belén- ni ángeles, ni cantos, ni pastores, no
se oía voz del Padre. En mis oídos solamente
resonaban los latigazos, los martillazos, las carcajadas…

Ahora ha vuelto la calma, yo veo brillar la luz de la esperanza en
medio de esto noche tan profunda. No me queda más que
esperar…

Pienso en mis hijos que están en la duda, en la noche de la
fe. Quisiera decirles que creyeran a pesar de todo, que esperasen a
pesar de todo.

El vendrá, porque lo dijo, y estará con todos
nosotros para siempre.

Animo, hijos. A la sombra del dolor sigue siempre la luz de la
esperanza.

Se deja un tiempo de silencio y comunicación.

Canción

María, tú que velas junto a mí,

y ves el fuego de mi inquietud,

María, Madre, enséñame a vivir con
ritmo alegre de juventud.



Oración comunitaria

Madre, Maña. Gracias porque sabes sufrir. Gracias porque
sabes afrontar la noche de la duda. Gracias porque sabes esperar.
Tú serás la luz en nuestras dudas, en medio de
las vacilaciones de nuestra fe, en nuestra noche, los ánimos
que tú nos das no los olvidaremos cuando nos llegue la hora.
Recordaremos en todo momento que a la sombra del dolor sigue siempre la
luz de la esperanza.



LA ESPERANZA DE MARÍA DA SENTIDO A TODO



Monitor

Sigamos profundizando con María en el significado de nuestra
esperanza cristiana. Nos vamos a imaginar a María hablando
con los objetos que se relacionaron directamente con la muerte de
Cristo. De ellos va recibiendo una respuesta material y pesimista. Ante
estas respuestas la asamblea pregunta a María si no hay otro
tipo de respuestas, si no hay otra perspectiva de esperanza.

María responde dando un sentido sobrenatural a los
acontecimientos de la Pasión y a las realidades presentes.

Entre una escena y otra se escuchará música de fondo y se dejará un tiempo para que haya comunicación espontánea entre los que forman el grupo. Cada objeto que aparece en escena es elevado por una persona. Se identifica con él y le presta su voz.

ESCENA PRIMERA: LA COPA



María

Estoy sola. Quisiera hablar con todas las cosas para que ellas me
contaran lo que han visto en la pasión y muerte de mi hijo
Jesús. Quisiera conocerlo tal como fue. Quisiera preguntar a
la copa de la cena…



Copa

Aquí estoy. ¿Qué deseáis
saber?



María

Dime, ¿qué sentiste cuando mi hijo te
tomó en sus manos?



Copa

Sentí que echaba en mí vino; sentí su
mano caliente y temblorosa; sentí su palabra de muerte: es
mí sangre que

será derramada, dijo, y veía que aquello era
sangre, tu sangre María…



Asamblea

Madre, la copa habla de sangre, de muerte… Entonces
¿qué esperanza nos queda de salvación?



María

Hijos, no temáis. La copa no ha hablado de vida. Pero mi
hijo derramó su sangre sobre vosotros para que
viváis. Su sangre es sangre de vida. Cada vez que
bebáis de esta copa, beberéis la vida…
viviréis. Recibid también las copas de tantas
realidades humanas y apuradlas con valentía. Pero, hijos hay
muchas copas en la vida con puro veneno, con bebida de muerte. Derramad
la muerte y llenad de vida vuestras copas.



Asamblea

Gradas, Madre. Tu fe es nuestra fe. Sí, hay esperanza.
Ayúdanos a comprometemos a vaciar el veneno de nuestras
copas y llenarlas de vida.



ESCENA SEGUNDA: EL OLIVO



María

También quisiera hablar con el olivo.



Olivo

Aquí estoy, María. ¿Qué

deseas decirme?



María

Tú viste orar y sufrir a mi hijo en el silencio de la noche.
Cuéntame. ¿Qué pasó?



Olivo

Le vi sudar gotas de sangre. Le vi, casi desesperado, pedir clemencia
al Padre: que le quitase esa copa de muerte. Yo que soy signo de paz no
pude darle la paz. Le oí llorar como un pobre hombre, como
un chiquillo. Le vi agonizar con temblor de muerte… la
traición.



Asamblea

Madre, entonces Jesús no tenía esperanza. Y para
nosotros, ¿hay esperanza?



María

Hijos, El hacía la voluntad del Padre. El olivo nos ha dicho
que Jesús quiso hacer la voluntad del Padre que es voluntad
de salvación. Por eso mi Hijo no se opuso, aunque
tenía miedo… Por eso llamó amigo al traidor…
Por eso se dejó arrestar. Sí, hay esperanza.
Hijos, hay muchos condenados que sufren la agonía sin
esperanza. Vosotros estáis llamaos a dársela. No
seáis olivos espectadores. Sed portadores de esperanza.



Asamblea

Gracias, Madre, por la confianza que pones en nosotros. Queremos ser
portadores de esperanza.



ESCENA TERCERA: EL LÁTIGO



María

Dicen que azotaron a mi hijo. Si el látigo estuviera
aquí le preguntaría…

Látigo

¿Qué me preguntaría señora?



María

Cuéntame látigo. ¿Sufrió

mucho mi hijo?



Látigo

Sus carnes se desgarraban; sin piedad se desgarraban; yo te!
hería una y otra vez hasta la sangre. Tu hijo era fuerte,
supo y callaba. Desde la cabeza hasta los pies quedó marcado
por mi ímpetu. El verdugo no me dejaba descansar. Hubiera
preferido no ser látigo.

Asamblea

No había necesidad de todo eso. ¿Por
qué esos latigazos?



María

Es la costumbre romana. Jesús fue consecuente.
Aceptó esos latigazos para que otros padecieran menos en sus
carnes, para borrar las Injusticias.



Asamblea

Pero Madre, las Injusticias siguen, se sigue dando latigazos a mucha
gente. Eso no sirvió para nada.

María

Hijos, si a través de ésto vosotros
habéis comprendido que no debéis azotar a nadie,
ya ha servido para algo.



ESCENA CUARTA: LA CORONA DE ESPINAS



María

Juan me ha dicho que a mi hijo le pusieron una corona de espinas como
si fuera un rey de burla.

La corona podía decirme en que pensaba mi hijo.



Corona

Señora, estuve en su cabeza como un trofeo de risa. No, no
era una corona de rey, era una corona de loco. Se reían de
El las gentes. Sus sienes se agitaban implacables. Su cerebro apenas
tenía fuerza para pensar.



Asamblea

Madre, parece como si todo se volviese contra Jesús. Parece
un pobre iluso, un pobre loco. Muchos lo creen así,
aún hoy en día. Nosotros, a veces, dudamos.



María

Hijos, los caminos de Dios no son los caminos de los hombres.
Más de una vez mi familia creyó que mi hijo
estaba loco, pero Dios confunde a los fuertes con los
débiles, a los soberbios con los humildes, a los que se
creen cuerdos con los que parecen locos por el Reino de Dios. Hay que
saber comprender.

Mi hijo quiso padecer como padecen tantos tenidos por locos,
despreciados. Quiso experimentar lo que significa la burla, la mofa…



Asamblea

Madre enséñanos a comprender a los que parecen
locos. Permítenos ser un poco locos como Jesús
por el Reino de Dios, aunque se rían de nosotros.



ESCENA QUINTA: LA TÚNICA



María

Cuando fueron a crucificar a Jesús, vi que le quitaron la
túnica. Yo la hubiera querido llevar a casa… Yo la
tejí. No se dónde está.

Túnica

Estoy aquí, Señora, tal como tú la
tejiste. Los soldados me rifaron. No quisieron partirme, porque me
hiciste de una sola pieza. Cuando me arrancaron de sus heridas, vi el
cuerpo de Jesús, desnudo, todo magullado; le vi sin fuerzas,
casi acabado.



Asamblea

Madre, eso era una vergüenza. ¿Cómo
podía ser Jesús el señor de todo,
cuando nada tenía? ¿Cómo Iba a poder
ser aquel hombre sin túnica, el que viste a los lirios del
campo?



María

Hijos, no comprendéis. MI hijo se hizo carne, carne al
descubierto, carne desnuda. No quiso tener nada para que nosotros lo
tuviéramos todo. Quiso ser como los que nada tienen, para
compartir su miseria y salvarlos vistiéndoles de su amor.

MI hijo cumplió la Escritura: se sortearon mi
túnica. Hijos, más que los vestidos importa la
gracia de Dios, su amor recubriéndoos por dentro y por
fuera. Pensad en los que no tienen nada, en los hermanos desnudos y
vestidles también con la túnica de vuestro amor.



Asamblea

Así lo haremos.



ESCENA SEXTA: EL CLAVO



María

Cerré los ojos cuando les vi adentrarse en sus manos y en
sus pies. No hubo remedio. Se clavaron sin resistencia. Esos clavos yo
no los puedo olvidar.



Clavo

Aquí estamos, María. Nos desclavaron,
tú lo viste. Nos arrinconaron para el próximo
condenado en la cruz. Dejamos nuestras marcas en sus pies y en sus
manos, después de haber hecho saltar un chorro de sangre.
Por nosotros estuvo amarrado a la Cruz, le teníamos sujeto,
no podía respirar… se asfixió, como uno
más, como otro criminal cualquiera. Así
terminó todo.



Asamblea

Pero, Madre, eso nos hace dudar aún más. Estuvo
clavado. El hombre-Dios Ubre estuvo clavado. ¡Alguien fue
más fuerte que El!



María

Se humilló hasta lo más profundo y se hizo
esclavo, El, el Dios libre. Pero no dudéis, fué

todo por amor. Sus agujeros serán luego las marcas de
liberación para todos. Pensad en los que están
sujetos, en los que no pueden ser libres, en los que están
clavados a tantas cosas. Sacad sus clavos y serán Ubres como
Jesús. Esas marcas de los hermanos serán prueba
de que supisteis amar haciéndolos libres.



Asamblea

Lo intentaremos.

Asamblea

Así lo haremos.



ESCENA SÉPTIMA: LA LANZA



María

Supe que estaba realmente muerto cuando el soldado le
atravesó el corazón. La lanza debe guardar un
secreto inmenso… el secreto del corazón de mi hijo.

¡Si ella pudiera hablar!



Lanza

María, sí, quiero hablar… Yo llegué
hasta su corazón… Le desgarre… y no vi más
que un poco de sangre y agua. Era un corazón muerto.



Asamblea

Madre, esa es la prueba. El corazón de Jesús ya
no late, está muerto. No hay esperanza.



María

Estáis ciegos, hijos. El corazón de mi hijo
está vivo, está latiendo en vosotros, cuando
cantáis, cuando os amáis. La lanza nos ha dicho
que de ese corazón abierto brotó la iglesia que
sois vosotros. Alguien me ha dicho que verán al que
traspasaron.

Sí, hijos, hay esperanza. La esperanza sois vosotros, que
sois Iglesia. Que sois como una lanza, que va abriendo corazones
cerrados al amor.



ESCENA OCTAVA: LA CRUZ



María

Cuando mi hijo expiró, clavado en la Cruz, ésta
permaneció inmóvil, silenciosa, sosteniendo el
cuerpo muerto. ¡Se debieron decir tantas cosas!



Cruz

No muchas, señora. Yo le sostuve mientras El
vivía. Temblé con El, cuando El temblaba, cuando
quería cambiar de postura, cuando se estremecía
con espantosos dolores. Pero luego… El muñó y
yo quedé inmóvil sosteniendo su cuerpo muerto.

Asamblea

Madre, ¿no será verdad que en la historia
nuestra, Cristo no es más que un peso muerto? ¿No
será verdad que la Cruz no es más que ese madero
inmóvil que ni siente, ni habla, ni salva?



María

Dudaron los apóstoles y también dudáis
vosotros. Hijos de poca fe. La Cruz no os ha dicho que en ella se
obró la redención… que si ahora
estáis reunidos es porque Jesús desde la Cruz os
ha traído hada El, como El ya lo anunció. Pero
esa es la verdad. La Cruz es el Madero Santo de nuestra
salvación y el que no carga con la Cruz y sigue a
Jesús no puede ser su discípulo. Pensad, hijos,
en los que llevan una cruz en su vida y mueren en ella… si ellos
tienen fe, sabrán que serán redimidos. Vosotros
ayudadlos a llevar esa cruz hasta el final.



Todos

Victoria, tú reinarás, oh Cruz, tú nos
salvarás.



ESCENA NOVENA: EL SEPULCRO



María

Cuando Juan, José de Arimatea y Nicodemo rodaron la piedra
del sepulcro, mi corazón de madre quedó como
aplastado, en la noche, sin aire, sin sangre. El sepulcro debe guardar
también un secreto profundo. Si yo pudiera saberlo…



Sepulcro

¿De verdad lo quieres saber, señora? Os lo
diré. No hay secreto. A Jesús lo
recibí muerto, sin vida. Era un cuerpo rígido,
machacado. El se dejó hacer, no tenía ni
inteligencia, ni voluntad, ni sentimientos, ni siquiera sangre.
Vosotros me lo cedisteis y en mí quedó cuando os
marchasteis. Hoy, en la mañana del sábado sigue
en mí, bien muerto. No hay secretos, señora.



Todos

Madre, ¿qué haces que no dices al sepulcro que te
devuelva a tu Hijo? Si ésto no ocurre nuestra fe es vana…
nosotros seremos pobres idiotas, creyendo en el que murió y
fue sepultado.



María

Dad tiempo al tiempo, hijos. El sepulcro es aún nuevo, es
como un niño ¡nocente que no ve el porvenir. El
sepulcro ignora que Cristo, mi hijo, ha dicho que al tercer
día resucitará. Aguardad unas horas y el sepulcro
os hablará… os contará el secreto que
aún desconoce y que debe realizarse cuando llegue el alba.



Todos

Tenemos prisa, Madre. Queremos llegar al tercer día.
¿Por qué no llamas al alba para que ella nos diga
si es verdad lo que El dijo?



ESCENA DECIMA: EL ALBA



María

Hace unos instantes me pedíais que llamase al alba. Ya se
acerca, voy a su encuentro.



Una voz

Madre, Madre. No te vayas, no traigas el alba. Yo creo, Madre que el
alba eres tú.



Todos

Madre, no, no te vayas. Nosotros creemos que el alba eres
tú. Dinos tú, Alba, Madre María,
¿qué pasó al amanecer del domingo?



María

Hijos, hubo una luz más brillante que el sol. Todo era
nuevo, un gozo intenso llenó de frescura la
mañana, hijos, tenía razón:
Jesús resucitó.



ESCENA UNDÉCIMA: EL GRANO DE TRIGO



Trigo

«Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, nunca
dará fruto». Cristo cayó en tierra,
murió y surgió liberando. ¡Aleluya!



Como final de la celebración se puede dejar un momento para
compartir lo que ha significado y terminar cantando «Como el
grano de trigo» de Manzano.