
La verdadera Luz es el Señor, y participar en ella es regalo, don, signo como el que describe el Evangelio con la curación de los ciegos.
Ojos iluminados son los de quien da fe a las profecías y ve a pesar de la oscuridad.
Una condición para ser testigo de las promesas cumplidas es saber esperar como canta el salmo: Espera en el Señor, sé valiente. Espera en el Señor que volverás a alabarlo.
Enciende una lámpara en tu casa, que te haga llamada y te evoque a Aquel que es la Luz. Si no puedes, aviva la fe y permanece atento, porque viene el Señor y no tardará.
				
                    



