III. Nueva Evangelización: escenarios, agentes y proceso, según el Instrumentum Laboris del Sínodo

Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos.Seguimos reflexionando sobre la Nueva Evangelización a partir del Instrumento de Trabajo. Los que vamos a sintetizar ahora son  capítulos densos, un poco pesados. Da la impresión de que todo es convocado a la hora de la nueva evangelización. Quizá cupiera decir aquello de que si “todo es nueva evangelización, nada es nueva evangelización”.

Se recicla todo aquello que existe. No aparecen propuestas realmente nuevas. Si, se habla de nuevos escenarios: pero la cuestión es ¿cómo actuar en ellos? Se habla de nuevos agentes ¿pero la cuestión es cómo surgen, dónde surgen, qué espacio se les da, de qué libertad gozan, cómo se forman?

Es obvio que la nueva Evangelización en nuestro siglo XXI requiere no una nueva Iglesia, pero sí, una “nueva forma de ser Iglesia”, de actuar “como Iglesia”, de relacionarnos con toda la realidad como “Iglesia”. Veamos las principales propuestas del Instrumento de Trabajo del próximo Sínodo al respecto.

 

III. Los nuevos escenarios

La nueva evangelización requiere “leer y descifrar los nuevos escenarios”[21], que han surgido en las últimas décadas. En tales escenarios debe ser anunciado el Evangelio y ofrecida la experiencia de ser Iglesia.

La lectura y el desciframiento de esos nuevos escenarios no es fácil. El Papa Juan Pablo II los llamaba “nuevos areópagos”. El Instrumentum laboris menciona varios escenarios: cultural, social, económico, político, científico, de la comunicación y religioso (IL, 51). Trataré de ofrecer una visión más concentrada de todos ellos.

1. El escenario cultural y religioso

El escenario cultural difunde una mentalidad sin Dios, imagina una vida humana sin referencia a lo trascendente (IL, 52). Esta mentalidad tiende a esparcirse por todo el mundo a través de los procesos de globalización. Atenta contra la fe religiosa que se ha conservado en las tradiciones e instituciones de los pueblos. Todo queda seriamente afectado: se debilitan los valores, no hay respuestas al sentido de la vida, no interesa tanto la verdad. La cultura que mantenía unidos a los pueblos se resquebraja y fragmenta(IL, 47). Se expande una mentalidad hedonista, consumista, relativista, individualista y neopagana (IL, 53). La influencia de este escenario cultural afecta también a los mismos cristianos.

Por otra parte, se está dando en nuestra cultura –como reconoce el Instrumentum laboris- un retorno al sentido religioso y una exigencia multiforme de espiritualidadque afecta a muchos y en particular a las generaciones jóvenes. Surgen nuevas formas de gnosis, que asumen la técnica como forma de sabiduría. Se cree que una organización mágica de la vida es el criterio para conocer la realidad y dar un sentido a las cosas. Emergen nuevos cultos, que instrumentalizan en clave terapéutica las prácticas religiosas. Se presentan como religiones de la prosperidad y de la gratificación instantánea (IL, 58). La ciencia y la tecnología con sus admirables avances, corren el riesgo de transformarse en los nuevos ídolos del presente; la ciencia puede convertirse en “nueva religión”. La nueva evangelización requiere que se establezca un serio diálogo entre ciencia y fe. Por eso, se dice:

“Corresponde a los científicos cristianos dar testimonio, con la propia actividad y sobre todo con la vida, que la razón y la fe son dos alas que conducen a Dios[22], que la fe cristiana y la ciencia, rectamente entendidas, pueden enriquecerse recíprocamente para el bien de la humanidad. El único límite del progreso científico es la salvaguardia de la dignidad de la persona humana, creada a imagen de Dios, que no debe ser objeto sino sujeto de la investigación científica y tecnológica” (IL, 156).

El Instrumentum Laboris presenta la influencia del escenario secularizado o multireligiosa en la identidad cultural y religiosa de muchas personas se ven obligadas a dejar su propio país para sumergirse en otro. Este fenómeno pone en crisis la identidad cultural y religiosa de los emigrantes (IL, 55).

Este escenario ofrece recursos y oportunidades para la evangelización que hace algunas décadas resultaban impensables (IL, 63). Evangelización más necesaria cuando este retorno de lo religioso se presenta con características demasiado ingénuas y emotivas (IL, 65); surgen con facilidad y proliferan nuevos grupos religiosos, a veces sectarios (IL, 66) y esta situación nos invita al discernimiento y la evangelización. Por otra parte, queda ahí como desafío el el encuentro y el diálogo con las grandes tradiciones religiosas (IL, 67).

El encuentro con el hombre secularizado ha de realizarse en la plataforma común a creyentes y no creyentes de “lo humano”. A ello quiere responder la iniciativa del “Atrio de los gentiles” (IL, 54).

2. El escenario socio-político y económico

Desde el punto de vista económico, el Instrumentum Laboris evoca las desigualdades y la brecha entre pobres y ricos, el daño a la creación que se produce a cuasa del afán desmedido de riqueza (IL, 56).

El IL afirma que han surgido nuevos actores económicos, políticos y religiosos (en el mundo islámico, en el mundo asiático) que han creado una situación inédita y totalmente desconocida (IL, 57). Hoy la misión se encuentra en los cinco continentes (IL, 70).

¿Cómo evangelizar en tales circunstancias? En este escenario se descubre la importancia que tiene la doctrina social de la Iglesia como elemento integrante de la nueva evangelización:

“Muchas respuestas piden que se estimule a los bautizados a vivir con mayor dedicación la tarea específica de evangelizar, también a través de la Doctrina social de la Iglesia, viviendo en el mundo la propia fe en la búsqueda del verdadero bien para todos, en el respeto y en la promoción de la dignidad de cada persona, hasta intervenir directamente – en modo particular los fieles laicos – en la acción social y política” (IL, 124)[23].

En este escenario la caridad cristiana ha de desplegar toda su potencialidad como instrumento y lenguaje de la “nueva evangelización” (IL, 71):

“La caridad es el lenguaje que en la nueva evangelización, más que con palabras se expresa en las obras de fraternidad, de cercanía y de ayuda a las personas en necesidades espirituales y materiales” (IL, 124).

3. El escenario de la innovación científica, tecnológica y de la sociedad del conocimiento y la información

El “lugar” por excelencia de la vida pública y de la experiencia social es hoy el que ocupa la cultura mediática y digital: no existe ningún espacio en el planeta que no pueda ser alcanzado e infuenciado por ella (IL, 59). Es más: influye mucho en la percepción de nosotros mismos, de los demás y del mundo (IL, 60). Esta cultura mediática y digital puede quedar fáilmente atrapada por el culto a lo efímero, a lo inmediato, a la apariencia y al espectáculo, generando así una sociedad sin memoria y sin futuro. Por otra, ésta es no solo la sociedad de la información, también del conocimiento compartido. La red informática ofrece posibilidades nuevas de crecimiento en el conocer, hasta ahora inéditas. La sociedad del conocimiento y de la información es el gran espacio del diálogo intercultural, interreligioso, intergeneracional. Aunque, por una parte, reconoce el IL que la Iglesia ha sabido entrar en estos espacios y asumir estos medios desde el comienzo como útiles instrumentos de anuncio del Evangelio (IL, 61), por otra expresa una seria preocupación al respecto:

“la constatación de que no es fácil entrar en el espacio común de la investigación y del desarrollo del conocimiento en las diversas culturas. En efecto, se tiene la impresión que a la razón cristiana le cueste encontrar interlocutores en esos ambientes que en nuestros días detentan las energías y el poder en el mundo de la investigación, sobre todo en el campo tecnológico y económico. Esta situación ha de ser interpretada como un desafío para la Iglesia y, por lo tanto, constituye un campo de particular atención para la nueva evangelización” (IL, 155).

En todo caso, la Iglesia se propone no renunciar a concurrir con audacia en ese nuevo areópago (IL, 62).

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El examen de estos escenarios permite hacer una lectura crítica de los estilos de vida, del pensamiento y de los lenguajes propuestos a través de ellos. Dicha lectura sirve también como autocrítica que el cristianismo es invitado a hacer de sí mismo (IL, 68). Por no haber entrado adecuadamente en tales escenarios la Iglesia no ha hecho frente a la “apostasía silenciosa” que el “mysterium iniquitatis” ha provocado en el cristianismo (IL, 69). En todo caso, la novedad de estos escenarios, dentro de los cuales estamos llamados como cristianos a vivir nuestra fe y a anunciar el Evangelio, ha puesto mejor en luz la necesidad de una real unidad entre los cristianos (IL, 72).

IV. Los Agentes

La nueva evangelización requiere nuevos evangelizadores o evangelizadoras. Emergen en este contexto comunidades y personas que han de someterse a un proceso serio de renovación para poder evangelizar en este tiempo.

1. La Parroquia en clave de nueva evangelización

Transformación de la propia presencia entre la gente y dentro de la sociedad: en las iglesias más jóvenes la parroquia está formada de comunidades eclesiales de base, o pequeñas comunidades cristianas; en las iglesias más antiguas se hace referencia a las “unidades pastorales”, como un instrumento para conjugar la revisión del programa parroquial y la construcción de una cooperación en una Iglesia particular más comunitaria. (IL, 80).

Hay que dar un lento pero eficaz trabajo de revisión del modo de ser Iglesia entre la gente, que evite los obstáculos del sectarismo y de la “religión civil”, y permita mantener la forma de una Iglesia misionera. El rostro de Iglesia “doméstica popular”, presente en la vida cotidiana de las personas, para anunciar desde ese lugar el mensaje vivificador del Evangelio (IL, 83)

La parroquia es descrita en IL, 81 así:

  • puerta más capilar de ingreso en la fe cristiana
  • lugar de la pastoral ordinaria
  • centro de irradiación y de testimonio
  • centinela capaz de escuchar a las personas y sus necesidades.
  • lugar de educación y nutrición espiritual
  • punto de comunicación del mensaje cristiano
  • comunidad en la que se experimenta la alegría de ser congregados y enviados por el Espíritu del Señor.

Imaginar una organización local de la Iglesia que vea cada vez más integradas, junto a la figura de los presbíteros, figuras laicales en la animación de las comunidades. (IL, 84).

2. La Familia, transmisora de la fe

En la familia se viven los valores fundamentales de la experiencia cristiana: imagen de Dios en el hombre y la mujer, acogida y cuidado de la vida, atención educadora, atención a los más débiles, comunión y participación, confianza en Dios (IL, 110). A la familia le cabe una tarea educativa y le corresponde un papel cada vez más activo en el proceso de transmisión de la fe (IL, 111), aunque experimentan frecuentemente el fracaso en la educación en la fe, sobre todo de los niños (IL, 112). Para ello hay movimientos familiares y uniones de familias con el objetivo de encontrar soluciones a sus dificultades (IL, 113).

El IL no plantea el tema de la familia como “iglesia doméstica” y su responsabilidad en la “nueva evangelización”. Será una perspectiva que el Sínodo no deberá desconocer. Es en la familia donde emerge de una manera especial la Iglesia como “ecclesia mater”.

3. Todo “christifidelis”

Todo cristiano ha de sentirse llamado a la “nueva evangelización” por su identidad bautismal, y debe “dejarse guiar por el Espíritu” para responder a esta llamada (IL, 119). Ha de ser testigo intrépido del Evangelio en esta “nueva época para el testimonio”, ofreciendo nuevas respuestas a quien le pida razón de nuestra esperanza. Ha de tomar la palabra en los ambientes en los que vive y trabaja para comunicar su esperanza (IL, 120). Ha de aprender “un nuevo estilo” –dulzura, respeto, buena conciencia, humildad (IL, 119)– que abarque pensamiento y acción, conducta personal y testimonio público, vida comunitaria e impulso misionero (IL, 120)[24].

A partir de esta base fundamental cada forma de vida cristiana (diáconos, mujeres, catequistas, vida consagrada, christifideles laici, movimientos) debe preguntarse cómo comprometerse en serio en la “nueva evangelización” (IL, nn. 109, 114-118).

V. Un proceso permanente

La nueva evangelización es omniabarcante: desde el primer anuncio hasta una permanente acción evangelizadora.

1. Revisión de los procesos iniciáticos

El Instrumentum Laboris se plantea cómo realizar el proceso iniciático de transmisión y acceso a la fe cristiana, de educación en la fe y de anuncio del mensaje cristiano hoy, en clave de nueva evangelización, pues éste es uno de los “lugares prioritarios de la nueva evangelización” (IL, 135). Para ello propone un dilatado proceso de reflexión y revisión (IL, 130).

Debe revisarse la práctica bautismal de la Iglesia: de ella depende “el rostro futuro del cristianismo en el mundo, sobre todo en Occidente, así como también la capacidad de la fe cristiana de hablar a la cultura actual” (IL, 131). La Iglesia ha conseguido algunas certezas (sobre el significado del bautismo de los niños, adolescentes y los adultos –IL, 132.133-), tiene planteadas otras cuestiones que muestran que el itinerario de acceso a la fe no está todavía bien definido. (IL 131). Coexisten pacíficamente fuertes divergencias en torno a los caminos de iniciación cristiana en la Iglesia (IL, 136). Es necesario plantearse cómo ayudar cada vez más al cristiano a madurar con la acción educadora de nuestras comunidades, y a asumir en su vida una impronta auténticamente eucarística, que le haga capaz de dar razón de su propia esperanza de modo adecuado en nuestra época (cf. 1 P 3,15)»[25]. Es necesario comprender mejor, desde el punto de vista teológico, la secuencia de los sacramentos de la iniciación cristiana, que culmina con la Eucaristía, y reflexionar sobre modelos para traducir en la práctica la augurada profundización (IL, 137).

Las comunidades cristianas han de aprender a suscitar la atención de los adultos de hoy, interpretando sus preguntas y su sed de felicidad (IL 138)[26]. Y a partir de ahí, la Iglesia debe implicase en el “primer anuncio, entendido como propuesta explícita, o mejor aún como proclamación, del contenido fundamental de nuestra fe y llamada a la conversión” (IL, 139). Este primer anuncio necesita formas, lugares, iniciativas y eventos (IL, 141), pero preocupa la escasez del primer anuncio en la vida cotidiana y la falta de impulso misionero en las parroquias (IL, 142).

Quienes reciben a los iniciados son un equipo que representa a la comunidad cristiana. Su testimonio es importantesimo: reflejan cómo la comunidad vive el Evangelio. Son los padres y madres espirituales, los mistagogos a quienes la comunidad cristiana confía una extraordinaria misión. A través de ellos se actúa la misteriosa maternidad de la Iglesia. Hay que evitar que todo dependa del personalismo de un catequista o de un presbítero. La comunidad cristiana ha de estar implicada en el proceso iniciático y mistagógico.

2. La catequesis y el proceso educativo, la “ecología de la persona”

El IL reconoce “los grandes pasos realizados para revisar y estructurar mejor la catequesis y los itinerarios de educación a la fe” (IL, 101)[27]. La catequesis debe ser comprendida como “educación permanente de la fe de los cristianos” (IL, 103). Y pide que el Sínodo se interrogue “acerca del modo de realizar una catequesis que sea integral, orgánica, que transmita en modo intacto el núcleo de la fe, y al mismo tiempo sepa hablar a los hombres de hoy, dentro de sus culturas, escuchando sus interrogantes, animando en ellos la búsqueda de la verdad, del bien y de la belleza” (IL, 104).

Los catequistas son testigos directos, evangelizadores insustituibles, que representan la fuerza fundamental de las comunidades cristianas. La Iglesia debe ofrecerles “mayor estabilidad, visibilidad ministerial y formación” e incluso “configurar para el catequista un ministerio estable e instituido dentro de la Iglesia” (IL, 108).

Iniciación a la fe y educación están estrechamente vinculados. Así lo expresa el IL: “no se puede evangelizar si, al mismo tiempo, no se educa al hombre para ser veraderamente sí mismo” (IL, 147). Las instituciones educativas juegan un papel crucial en la misión evangelizadora de la Iglesia[28]; en ella ha invertido la Iglesia grandes energía (IL 148). Sin embargo, la acción educativa se encuentra hoy en estado de «emergencia educativa»[29] y resulta muy difícil y crítica. La tarea educativa es difícil para los padres, ante todo, pero también para todos los agentes de la educación, para la misma escuela. Ineludible resulta esta pregunta: “¿cómo transmitir a las neuvas generaciones los valores básicos de la existencia humana y de la ética? (IL, 149). ¿Qué contribución puede prestar la Iglesia a la sociedad para que salga de la crisis educativa que la aflige? (IL, 150).

Hay modelos educativos o formas de entender la educación, que son reductivos o inadecuados: la educación no consiste únicamente en capacitar para determinadas habilidades dejando de lado las grandes cuestiones que afecta al ser humano (su necesidad de felicidad, de sentido, de verdad). Hay también padres y educadores tentados de abdicar de su tarea; se sienten incapaces de transmitir a las nuevas generaciones los valores que fundamentan la vida.

Es aquí donde “la nueva evangelización” debe desplegarse y aportar aquello que en los procesos educativos se echa en falta (IL, 151), es decir, una visión holística del ser humano, de la “ecología humana” evitando todo reduccionismo (IL, 153): integrando la razón con todos sus usos (inteligencia racional, emocional, estética, práctica…) y fe (IL, 155). La Iglesia contempla al ser humano en toda su realidad: vida, muerte, sexualidad, matrimonio, familia, relaciones sociales, espiritualidad. En sus centros educativos, ella quiere entrar en diálogo con la sociedad y ofrecerle su propia visión. Es interesante observas, que mientras en los “Lineamenta” se ofrecía una visión –hasta jactanciosa de la Iglesia- (“La Iglesia con la verdad reelada purifica la razón y la ayuda a reconcoer las verdades últimas como fundamento de la moralidad y de la ética humana. La Iglesia sostiene las categorías morales esenciales, manteniendo viva la esperanza en la humanidad” (Lineamenta, n. 20), en el Instrumentum Laboris suprime ese texto y cita discretamente en nota al n. 49 el siguiente texto de Benedicto XVI:

«En cierto sentido, la historia viene en ayuda de la Iglesia a través de distintas épocas de secularización que han contribuido en modo esencial a su purificación y reforma interior»[30].

La propuesta del “atrio de los gentiles” supone un cierto avance para abrir la Iglesia al diálogo con “los otros”. Pero no debemos olvidar que el “atrio de los gentiles” trae a los gentiles a “nuestro templo”. Juan Pablo II nos invitaba sin embargo a entrar en los “nuevos areópagos”, donde somos más vulnerables, donde también podemos aprender y el Espíritu realizará su obra.

3. Recursos: el Catecismo de la Iglesia Católica

Los nn. 110-111 del Instrumentum Laboris se refieren al Catecismo de la Iglesia Católica como el gran instrumento para la nueva evangelización, tanto por su contenido como por su pedagogía.

Sin minusvalorar toda la verdad que esas reflexiones contienen, nos hemos de preguntar si el Catecismo de la Iglesia católica ofrece la solución deseada a los desafíos que se nos plantean con la “nueva evangelización”. Hay expertos que apuntan la posibilidad de cambio en el paradigma del catecismo y trazan nuevos modos de catecismo más apropiado al nuevo contexto misionero pos-cristiano de nuestras sociedades. A este respecto se le da un especial significado a la evangelización, a la revisión y puesta al día de las formas catecumenales de iniciación cristiana.

El contexto social es multicultural, multireligioso y requiere que se implanten nuevas tareas pedagógico-religiosas en clave inter-cultural e inter-religiosa. Hay que plantearse de nuevo cuál es el contenido fundamental de la Proclamación cristiana ante los desafíos de la sociedad moderna. Hay que atender a la teoría científica de la pedagogía religiosa en su historia y en su presente, el nuevo sentido de la estética en la enseñanza, la función de mundo simbólico y mítico en la comunicación religiosa, el significado religioso y social de los ritos, una nueva visión de la liturgia en cuanto tal, el significado religioso-pedagógico del espacio de la Iglesia, lasc cuestiones bioéticas, el diálogo con las ciencias, la relación con los medios de comunicación y la sociedad del conocimiento y de la información, la sensibilidad ante los problemas sociales y políticos más agudos. También surge la pregunta de los lugares de la evangelización: la escuela, la parroquia y la interrelación entre ambos[32].

 


[21] Cf. JUAN PABLO II, Carta Encíclica Redemptoris missio (7 de diciembre de1990), 37: AAS 83 (1991) 282-286.

[22] Cf. JUAN PABLO II, Carta Encíclica Fides et ratio (14 de septiembre de 1998): AAS 91 (1999) 5.

[23] “El testimonio de la caridad de Cristo mediante obras de justicia, paz y desarrollo forma parte de la evangelización, porque a Jesucristo, que nos ama, le interesa todo el hombre. Sobre estas importantes enseñanzas se funda el aspecto misionero de la doctrina social de la Iglesia, como un elemento esencial de evangelización. Es anuncio y testimonio de la fe. Es instrumento y fuente imprescindible para educarse en ella»”: BENEDICTO XVI, Carta Encíclica Caritas in veritate (29 de junio de 2009), 15: AAS 101 (2009) 651-652. “Ésta concierne también «el servicio de la Iglesia con vistas a la reconciliación, la justicia y la paz»”: BENEDICTO XVI, Exhortación Apostólica Postsinodal Africae munus (19 de noviembre de 2011), 169: Libreria Editrice Vaticana, Vaticano 2011, p. 129.

[24] “Además de la proclamación que podríamos llamar colectiva del Evangelio, conserva toda su validez e importancia esa otra transmisión de persona a persona. […] La urgencia de comunicar la Buena Nueva a las masas de hombres no debería hacer olvidar esa forma de anunciar mediante la cual se llega a la conciencia personal del hombre y se deja en ella el influjo de una palabra verdaderamente extraordinaria que recibe de otro hombre”: PABLO VI, Exhortación Apostólica Evangelii nuntiandi (8 de diciembre de 1975), 46: AAS 68 (1976) 36.

[25] Ibid, 18: AAS 99 (2007) 119.

[26] Incluso se dice que: “En una sociedad que ha rechazado muchas formas del discurso sobre Dios, la necesidad que nuestras instituciones asuman sin miedo también una actitud apologética y que vivan con serenidad formas de afirmación pública de la propia fe, es considerada como una clara urgencia pastoral” (IL, 138)

[27] Se mencionan los proyectos elaborados, los textos publicados, las iniciativas llevadas a cabo para formar a los catequistas, no sólo en el uso de los nuevos instrumentos, sino también en la maduración de una comprensión más completa de su misión.

[28] “La Iglesia posee, en este sentido, una tradición de recursos pedagógicos, reflexión e investigación, instituciones, personas – consagradas y no consagradas, reunidas en órdenes religiosas, en congregaciones, en institutos – capaces de ofrecer una presencia significativa en el mundo de la escuela y de la educación” (IL, 147).

[29] BENEDICTO XVI, Discurso en la inauguración de los trabajos de la Asamblea Diocesana de Roma (Roma, 11 de junio de 2007): AAS 99 (2007) 680.

[30] BENEDICTO XVI, Discurso durante el Encuentro con los católicos comprometidos en la Iglesia y la sociedad (Friburgo, 25 de septiembre de 2011): AAS 103 (2011) 677.

[31] Heins Schurmann.

[32] Cf. Ana Thea, Filipovic, Current Issues of Religious Pedagogy & Catechisis, en “Bogoslovska smotra” 76, n.1 (2006).

 


Extraido del Blog "Ecología del Espíritu"