Icono de la Protección de la Madre de Dios

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Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos.La tradición quiere que en torno al 14 de octubre en Rusia tenga lugar aquí la primera nieve, recuerdo de la Protección de la Madre de Dios. Esta fiesta de Pokrov (su nombre en ruso) es una de las más queridas en Rusia. Evoca la permanente intercesión de la Madre de Dios por sus hijos necesitados y la protección que les brinda con el símbolo de su velo extendido sobre ellos.

Origen de la Fiesta

Aunque es fiesta de origen constantinopolitano, Pokrov es una fiesta exclusivamente eslava oriental. Se celebraba ya en Vladimir en el siglo XII. Expresa la vinculación profunda entre la Madre de Dios celeste y el culto ancestral de los pueblos eslavos a la Madre Tierra. Muchos expertos afirman que el pueblo ruso ha mantenido inalterado un sentido muy profundo de la tierra como teofanía de lo divino. Todo el cosmos está penetrado y transido de la gloria divina. La tradición rusa lo llama Sofía de Dios, cuya encarnación más clara es la Madre de Dios. El hecho de la vinculación de la fiesta con la primera nieve, que cubre la tierra con el manto de la protección divina, es un signo elocuente de esta simbiosis, que no falta tampoco en el mundo occidental.

El Icono de la Protección de la Madre de Dios 

El icono que presentamos, aunque es moderno (siglo XIX y de la escuela de Palej, lugar donde se pintan las famosas cajitas lacadas), recoge todos los elementos de la iconografía tradicional. El origen de la fiesta es la visión de un loco de Dios, Andrés, que durante una vigila de alabanza, ve descender del cielo, acompañada de un gran séquito, a la Madre de Dios para interceder por todos los fieles. Andrés, al verla dijo a su discípulo Epifanio: “¿Ves a la Señora y Soberana del mundo?” “Sí, padre mío espiritual”, responde el joven.

Terminada su oración, la Madre de Dios retiró el velo resplandeciente de su cabeza inmaculada, lo tomó en sus manos y lo extendió sobre los fieles todos, que lo vieron ampliamente abierto sobre el pueblo, irradiando la gloria de Dios.

Descripción del icono

En nuestro icono, dividido por una nube para separar la visión celeste y el ámbito terrestre, la iglesia bizantina se ha transformado en una iglesia rusa de 5 cúpulas dentro de una ciudad amurallada con dos torres. En el centro vemos a la Madre de Dios en pie, como Orante. Se resaltan su vestidos, especialmente su manto púrpura, con las conocidas tres estrellas de la perpetua virginidad. En sus brazos el velo blanco, signo de la protección sobre todo el pueblo.

La acompañan los arcángeles Miguel y Gabriel con cetros y escudos en sus manos, donde están escritos los anagramas de Cristo. A ambos lados de los ángeles, Juan Bautista y Juan Evangelista, con un libro en sus manos. Esta es la base de un triángulo, símbolo de la Teofa- nía de Dios. Por eso, detrás de la Madre de Dios vemos tres ángeles, recuerdo de la Trinidad, y tras ellos un ángel con seis alas de color púrpura. Se trata del Ángel del Gran Consejo. El vértice lo ocupa

Cristo, que muestra el Evangelio, “sabiduría no es de este mundo, que el hombre natural no comprende porque es locura para él” (1 Co 2, 6.14). El resto del cortejo son apóstoles, mártires, Padres de la Iglesia, monjes de diversos tipos, cada uno con su nombre en el nimbo.

Debajo, en el centro, aparece, anacrónicamente, pues había muerto cuando tuvo lugar esta visión, San Romano, el Melode, conocido autor de himnos litúrgicos del siglo VI, cantando un himno a la madre de Dios. Romano, como el profeta Ezequiel, tuvo que tragar un libro en una visión que tuvo de la Madre de Dios en su casa junto al santuario de las Blanquernas. Era la fiesta de Navidad. Se despertó del sueño y, sin salir de su asombro, se puso a cantar las alabanzas del Señor y la Virgen Madre. La escena puede verse en la parte inferior a la derecha.

Vemos también a San Andrés, loco de Dios, semidesnudo, que señala a la Madre de Dios y habla con su discípulo. En la parte izquierda vemos dos personajes bajo palio. Son el emperador y su esposa, probablemente León VI (886-912) y Teófano, pues según la tradición, san Andrés vivió bajo este emperador Al lado, una gran multitud, al frente de la cual está el patriarca Tarasio, que fue quien terminó con el iconoclasmo.