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Evangelio Seglar. Domingo XXIII del Tiempo Ordinario. 10 de Septiembre de 2006.

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DESDE LOS ABUELOS
(matrimonio, jubilados, cinco nietos, pertenecen a grupo de matrimonios)

Decían:  “Todo lo ha hecho bien”.
Es curioso comprobar cómo en todos o en casi todos los milagros que realizó Jesús en su vida terrena empleó, como principales medios su contacto en unos, y la participación de los hombres en otros. La caricia, el tacto, la colaboración solidaria,... en definitiva: el calor humano, tan fundamental para el desarrollo personal, familiar y comunitario. Eso lo hacemos sin medida con nuestros nietos.
Dios, por propia voluntad, necesita de nuestra colaboración para la implantación de su Reino. Constantemente le hemos pedido nosotros su colaboración: primero, a la hora de criar a nuestros cinco hijos; y ahora para contribuir con ellos a la educación en valores de nuestros seis nietos y de todos los que Él nos quiera mandar. Principalmente, para que sean buenas personas, para que Él nos haga instrumentos útiles para abrirles los ojos y oídos, a fin de que ellos lo descubran en los hermanos más necesitados, tanto en lo social, en los económico y en lo personal.
Él nos atendió, sobradamente, en lo que respecta a nuestros hijos, por lo que le damos constantemente las gracias y sabemos que, aunque somos instrumentos defectuosos, ya nos está empleando en la formación de nuestros nietos. Nos prometió su asistencia cuando nos casamos y siempre lo sentimos a nuestro lado.
 
DESDE LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS
(matrimonio, él trabaja, con cuatro hijos y esperando otro, pertenecen a comunidad cristiana de matrimonios)

En estos días comienza el curso escolar y nuestros hijos están nerviosos como tantos niños de su edad. Ver a los compañeros, conocer a los profesores, gustar de los nuevos libros… A los padres nos queda apoyar la labor del colegio, asistir a las reuniones, coordinarnos con los maestros… Vamos viendo cómo con los conocimientos y los valores se les va “abriendo la mente” al mundo.
Como Jesús que “todo lo ha hecho bien”, es bueno y necesario que aunque estemos saturados de obligaciones y lleguemos cansados a casa, tengamos siempre oídos para nuestros hijos y sus cosas, e ir sembrando así para el futuro.

DESDE LA ENFERMEDAD
(mujer, casada, con una hija, enferma de cáncer, dejó de trabajar)

“Todo lo ha hecho bien;…” Efectivamente, El todo lo ha hecho bien en mi vida pero no todo sale a nuestro gusto. El nos pone a mano todo lo que necesitamos para ser felices pero que “mudos” y que “sordos” estamos para ver el camino que nos lleva a esa felicidad tan ansiada. Mi enfermedad no es capaz de quitarme la felicidad, no si dependiera sólo de mí y de mi aceptación; pero no estamos solos en el mundo y lo que nos rodea nos influye más de lo que quisiéramos, pero es así. Y eso también habría que aceptarlo, asumirlo, pero es lo más difícil. Habrá que intentar hacer como Jesús, mirar al cielo, suspirar y decirle a nuestro corazón ¡ábrete!

DESDE LOS TRANSEÚNTES
(hombre, soltero, trabaja, pertenece a comunidad cristiana, voluntario de patrulla de calle en ONG católica)
 
No recibido.

DESDE EL TRABAJO
(hombre, casado, sin hijos, empleado de empresa; el matrimonio pertenece a comunidad cristiana)

Parece ser que este sordo vivía en algún sitio retirado de la zona de Jesús así que supongo que sabría de él sólo por rumores, y aún así confía en que le curará.
Los defectos de este sordo eran muy evidentes. Los míos no lo son tanto, al menos para mí, y me cuesta más reconocerlos que a él, sobretodo reconocerlos ante los demás y pedirle a Jesús que me ayude a corregirlos. Tengo muchos defectos asociados a mi faceta laboral, y aunque en privado los pueda reconocer, en público trato de mantener la fachada.
Y éste puede que sea el principal defecto en mi trabajo: la falta de autenticidad. El hecho de que me preocupe más la imagen que dé y no actuar según mi escala de valores (y cuidarla) y que me conozcan como soy.
Tengo que aprender de este sordo que era auténtico, que se esforzaba en curar sus defectos y confiaba en Jesús para ello.

DESDE LA ECONOMÍA GLOBALIZADA
(hombre, casado, con dos hijos, trabaja, miembro activo de dos movimientos sociales, pertenece a comunidad cristiana)

Jesús le da la palabra al que la tenía vedada y le permite participar en la sociedad al "oir" lo que ocurre a su alrededor ("hace oir a los sordos y hablar a los mudos"). Es decir, actúa para que el excluido participe de nuevo en la vida social. En este pasaje no vemos a Jesus hablando del Reino, sino "haciendo" presente el Reino a través de una curación: Jesús espera de nosotros que hagamos presente su Reino (hablemos o no hablemos de él). Desde el punto de vista económico, eso significa trabajar por una economía que esté al servicio de la persona, cuyo centro sea el desarrollo pleno de la persona, una economía que busque el beneficio social para que cada cual sea el protagonista de su historia. Y si es verdad que hoy el "mercado" sólo busca el beneficio monetario a expensas de lo que sea (dignidad del trabajador, medioambiente, etc), también es cierto que existen numerosas microutopias (y otras no tan micro) que devuelven a la economía su función primigenia: estar al servicio de la persona. Por ejemplo la economía de comunión (iniciada por los focolares).

DESDE LA POLÍTICA
(hombre, casado, trabaja, milita en partido político, concejal electo, el matrimonio pertenece a comunidad cristiana)

No recibido.

DESDE EL MATRIMONIO Y LA FAMILIA
(matrimonio, padres de dos niños, trabajan ambos, pertenecen a comunidad cristiana)

Dicen que cuando te enamoras, sobre todo al principio, no tienes ojos para nadie, sino para quien amas, ni oídos para nadie sino únicamente para escuchar su voz; y casi te vuelves mudo, porque apenas te salen las palabras. Lo malo es que este estado de “shock” se mantenga en toda tu vida y conviertas tu relación en un encerrarte en tu pareja y te quedes sordo ante otras personas; por ejemplo: para tu familia; se suele decir que los padres de la esposa tiran más que los del esposo, puede ser o no ser  cierto, pero no te puedes hacer el sordo ante nadie, porque ambos son padres y ambos abuelos. O te haces sordo a los amigos, por ejemplo: hay quien pierde amigos al casarse y aunque si bien es cierto que llevas otra vida y que tienes que contar con el otro, creemos con todo el cariño del mundo que el matrimonio no puede ser la tumba definitiva de lo que ya vivías. Y peor todavía, la pareja se hace sorda a las necesidades de los demás,  la sordera a los jóvenes, o a los niños, o alos ancianos, con los que trabajabas antes, o la sordera a los pobres a los que preferías antes, o la sordera a tus compromisos y a los encuentros con los otros…¡Abrete! 

DESDE EL TERCER MUNDO
(hombre soltero y matrimonio compartiendo casa, voluntarios de ONG en país musulmán, trabajan en la misión, pertenecen a distintas comunidades cristianas)

No recibido.

DESDE LA CARCEL
(grupo de presos, coordinado por voluntaria de equipo de pastoral, casada, con dos hijos, jubilada, pertenece a grupo cristiano)

Un grupo de catequistas somos enviadas a la cárcel, para intentar llevar, a los que están privados de libertad, la Buena Noticia del Evangelio.

Pronto va a comenzar un nuevo curso que se nos presenta, como siempre, lleno de retos por alcanzar y, a la vez, cargado de ilusión al trabajar por el Reino. Una vez más, el Señor nos pide que no hagamos oídos sordos a esta realidad tan olvidada como es la cárcel, donde viven seres humanos que, por diversas circunstancias de su vida, tienen que estar separados del resto de la sociedad. Jesús nos invita a no desfallecer en la aventura de seguirle y a no dejar de oírle desde el contexto de la cárcel.

Para rezar:
(hombre, casado, trabaja, con un hijo)

Que el Señor nos abra los oídos y libere nuestra lengua,
Para proclamar su mensaje y vivir su Palabra, y
Que la fuerza del Espíritu nos lleve a descubrir en nuestros corazones
A un Padre que todo lo puede por sus hijos.



Lectura del santo evangelio según san Marcos 7, 31-37

En aquel tiempo, dejó Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos.
Él, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo:
- «Effetá», esto es: «Ábrete.»
Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad.
Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían:
- «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos.»

 Palabra del Señor     
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