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Carta abierta al amor

José Maria Toro -




    El Amor es la fuerza más maravillosa del Universo, no por su potencia sino por su origen; no por su fuerza sino por su energía.
El Amor sólo busca el bien y la felicidad del otro, desde el bien y la felicidad que da a aquél que lo expresa y lo manifiesta.

    No hay Amor cuando lo que se busca es el propio bien del yo pequeño, del yo cerrado, del yo que sólo vive para sí.
El Amor busca la afirmación de sí en el bien del otro.
El Amor busca que el otro y uno pulsen en el mismo bien, en la misma dicha, en la misma felicidad.
El Amor se sostiene en la entrega y en el abandono, en el fluir con la otra persona, en el dejar que el otro se exprese a sí mismo, se viva a sí mismo.

También ha de hacerse presente el Amor a uno mismo, a una misma.

El Amor a uno mismo como patrón, como medida, como reflejo, como condición para el Amor al otro.

No es lo mismo amarte a ti que amar desde ti.

El amar desde ti te incluye a ti pero no niega al otro, pero el amarte a ti, cuando no lo haces desde ti, se centra solamente en ti, excluyendo al otro.

El Amor es el lugar desde el que puedes alcanzar la felicidad más plena.

La felicidad es el camino más directo y certero para llegar al Amor.

Porque si es cierto que nadie puede ofrecer ni dar aquello que no tiene, aquello de lo que carece, si no creo y vivo mi propia felicidad tampoco podré compartirla.

El Amor es el gesto de ofrecer y compartir nuestra felicidad con los otros.... sin esperar nada a cambio.

Uno no espera nada a cambio porque al estar plenificado con su propia dicha, al estar inundado en su propio gozo, al estar instalado y habitar su propia felicidad ya lo tiene todo.

El Amor es también una cuestión de expresión: expresar lo mejor de ti en cada momento, sabiendo y reconociendo que Luz, Amor y Dios son una misma cosa. Las tres están en ti, sólo de ti depende que las expreses y las manifiestes en todo momento, en cada ocasión, simplemente porque es tu condición más profunda, tu identidad y naturaleza más esencial.

Cuando te instalas en ella y vives desde esa identidad todo cambia y la otra persona, si no pulsa ni vibra en la clave del Amor, terminará latiendo con ella, si tú te mantienes fiel a tu propia pulsación interna de amor.
El Amor transforma, a su ritmo, sin prisas ni ansiedades, pero transforma.

El Amor siempre afecta a todo aquello a lo que se acerca, porque contiene dentro de sí la fuerza más misteriosa de Dios, del Universo y de uno mismo.

Si Dios es Amor el Amor es Dios.

En el Amor no caben los juegos del poder, de la dependencia, de la condena, del temor, del juicio, del miedo...

El Amor sólo puede desplegarse libre, en la afirmación libre y transparente de cada uno.

Cuando eso ocurre, entre uno y el otro el Amor se despliega claramente, extiende sus alas y vuela.

También el Amor, a veces, necesita de dudas, incertidumbres, de momentos sombríos.

Son pasos necesarios para que la luz del fondo emerja con más fuerza. Pero para eso es fundamental una actitud de disponibilidad, de entrega, de humildad, de reconocimiento del otro, de reconocimiento de uno en el otro, sin desdén, sin imposiciones, sin prepotencia, sin manipulaciones, sin condena... Todo eso hay que silenciarlo para que el Amor se manifieste y hable de veras.

Para instalarte de una manera más continua en ese Amor al que sólo solemos acceder por momentos has de decidirte a vivirlo una y otra vez.

Cuando notes que el Amor se detiene, que se oculta, que se eclipsa, que se desvanece, vuelve de nuevo a afirmarlo porque sí, simplemente porque tú deseas y quieres amar, porque tú amas el Amor y por tanto quieres que El se exprese en ti.

Entrégate a vivir el Amor.
Entrégate a procurar la felicidad del otro.
Siéntete en comunión con el sentir de la otra persona cuando, según tú, se aleja del Amor, de lo que tú recibes como amor.
Cuando el otro se aleja no te des media vuelta y te distancies: mantén siempre una distancia que permita que el Amor siga manteniéndose vivo.
Si la otra persona se oscurece, tu propia oscuridad no hace sino que la luz se vaya del todo: no haces sino añadir más negrura a la noche.

Permanecer en el Amor es una forma de hacer que el Amor se intensifique y se manifieste, sin buscar ningún objetivo, sin pretender que el otro cambie; sólo que uno quiere vivir desde ahí porque sabe que desde ahí todo el Universo, toda la Vida se colorea de luz, de color y plenitud.

Es preciso estar atento porque la mente es sigilosa y procura, con la fuerza de los condicionamientos y la sugestión del miedo, buscar ocasiones para instalarte en la duda y exiliarte del Amor.

Adopta esa actitud profunda de “querer querer”, querer que el Amor se manifieste porque eso es lo que tú deseas y amas.

No amas sólo a la otra persona, sobre todo amas al Amor con el que amas a esa persona.
Es así como tu amor profundo podrá conectar con el amor profundo del otro.

Ya no hay un amor de tu yo superficial al yo superficial del otro sino que, porque tú amas el Amor que sientes al otro, éste puede despertar eso mismo en él.

Tú Amor se dirige más allá de la apariencia, más allá de lo visible.

Es un Amor que toca lo invisible, que toca lo eterno.

Cada vez que sientas desamor o algún problema con alguien piensa en esa persona, siente  dentro de ti un foco impresionante de Amor, un foco que, a la altura del pecho, irradia y alcanza a la otra persona.

Siéntete unido o unida a esa persona en el Amor. Ten en cuenta que esa irradiación es una corriente que va y viene, que va y viene.

Lo que se crea en el Amor es el espacio intermedio entre ambos.
Cada cual mantiene su energía, su espacio, y es el Amor creado entre los dos lo que se devuelve multiplicado a cada uno.
No es la energía del uno al otro, del otro al uno, sino la dimensión intermedia entre ambos la que multiplica el núcleo profundo, siempre intacto e inviolable, sagrado, de cada uno.
El Amor no es un concepto, es una forma de vivir y de vivirse.
El Amor no es asunto de ideas ni de palabras, es cuestión de vivencias, de experiencias, de gestos concretos y cotidianos.
En el gesto visible que haces, expresas el Amor. En el gesto no visible, que no expresas, el Amor está ausente.     
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