La Semana Santa adquiere su mayor densidad y dramatismo a partir de Getsemaní. En el monte de los olivos, en el lagar del aceite, Jesús vive sus más angustiosas y angustiadas horas.

La Semana Santa adquiere su mayor densidad y dramatismo a partir de Getsemaní. En el monte de los olivos, en el lagar del aceite, Jesús vive sus más angustiosas y angustiadas horas.
Tu PASCUA es una manera nueva de ver, abrazar y construir el mundo; una manera nueva de hacer la historia desde la luz siempre nueva y recién hecha del día supremo de tu Resurrección.
Descansa en paz y duerme ahora. Pon tu suerte en esas manos, no vacilarás. Que tu carne descanse serena hasta la alborada.
Ante este Cristo muerto quiero descubrir, vivir, celebrar y experimentar que Dios es amor, y que Él nos amó primero.
Cristo maravilloso, gracias por enseñamos a descubrir al hermano, a tender la mano, a presentar la otra mejilla, a compartir pan y hogar.
Déjame, Señor, estremecerme ante lo que eres. Permíteme, a pesar de los nubarrones que ensombrecen mi vida, permíteme arrodillarme y desahogar en ti mi corazón.
Felices para quienes el Amor es el mayor tesoro, que da el sentido definitivo a su vida. Felices quienes ponen el amor en práctica, sirviendo a los demás, siempre, sin tiempo, sin condiciones.
La Semana Santa adquiere su mayor densidad y dramatismo a partir de Getsemaní. En el monte de los olivos, en el lagar del aceite, Jesús vive sus más angustiosas y angustiadas horas.
Tu PASCUA es una manera nueva de ver, abrazar y construir el mundo; una manera nueva de hacer la historia desde la luz siempre nueva y recién hecha del día supremo de tu Resurrección.
Descansa en paz y duerme ahora. Pon tu suerte en esas manos, no vacilarás. Que tu carne descanse serena hasta la alborada.
Ante este Cristo muerto quiero descubrir, vivir, celebrar y experimentar que Dios es amor, y que Él nos amó primero.