Ronald Rolheiser | En el Exilio
No hay nada tan peligroso para la mente y la moral como mentir, como negar la verdad. Jesús nos advierte sobre un pecado imperdonable: la blasfemia contra el Espíritu Santo.
Ronald Rolheiser | En el Exilio
No hay nada tan peligroso para la mente y la moral como mentir, como negar la verdad. Jesús nos advierte sobre un pecado imperdonable: la blasfemia contra el Espíritu Santo.
Ronald Rolheiser | En el Exilio
Pocas cosas anhelamos tanto como expresarnos y ser reconocidos. Llevamos dentro un deseo profundo de mostrarnos tal como somos, de ser conocidos, valorados, comprendidos y vistos como seres únicos, dotados y significativos.
Ronald Rolheiser | En el Exilio
Nunca me han dejado totalmente tranquilo algunos de mis amigos que envían tarjetas de Navidad con mensajes tales como: Que la paz de Cristo te inquiete. ¿No podemos disponer de un solo día al año para ser felices y celebrarlo sin sentirnos todavía agitados desgraciadamente con más culpa?
Ronald Rolheiser | En el Exilio
“La gente siempre se muestra impaciente, pero Dios nunca tiene prisa”. Nikos Kazantzakis escribió estas palabras que resaltan una importante verdad.
Ronald Rolheiser | En el Exilio
Cuando yo era niño e iba creciendo en una comunidad católica, la catequesis de aquel tiempo trataba de mover los corazones de los jóvenes con historias de mártires, santos y demás personas que habían vivido altos ideales de virtud y fe.
Ronald Rolheiser | En el Exilio
Como miembro de una orden religiosa, los Misioneros Oblatos de María Inmaculada, elegí hacer cuatro votos religiosos: pobreza, castidad, obediencia y perseverancia.
Ronald Rolheiser | En el Exilio
Hay momentos en que nuestro mundo se desmorona. ¿Quién no ha tenido esa sensación? «¡Me estoy desmoronando! ¡Esto me supera! ¡Mi corazón está roto! ¡Me siento traicionado por todo! ¡Nada tiene sentido! ¡La vida está patas arriba!»
Ronald Rolheiser | En el Exilio
Hace varios años, un amigo mío hizo una propuesta de matrimonio muy poco romántica a su prometida. Tenía poco más de cuarenta años y había sufrido varias desilusiones amorosas, algunas de ellas, según su propia confesión, fueron su culpa, resultado de cambios inesperados en sus sentimientos.
Ronald Rolheiser | En el Exilio
Hace varios años, un ministro presbiteriano al que conozco desafió a su feligresía a abrir más plenamente sus puertas y su corazón a los pobres.
Ronald Rolheiser | En el Exilio
Durante los postreros años de su vida, Thomas Merton vivió en una ermita situada fuera de un monasterio, confiando encontrar más soledad en su vida. Pero la soledad es algo ilusorio, y vio que siempre se le escabullía.
Ronald Rolheiser | En el Exilio
Crecí inmigrante de segunda generación en las más lejanas praderas del Oeste canadiense. Nuestra familia era pobre económicamente, campesinos de subsistencia, con las necesidades cubiertas y apenas mucho más.