Entendida correctamente, la ‘noche oscura’ no consiste en un fallo de nuestra fe, sino en un fallo de nuestra imaginación

Entendida correctamente, la ‘noche oscura’ no consiste en un fallo de nuestra fe, sino en un fallo de nuestra imaginación
Siempre es arriesgado intentar usar una novela para tratar de promover, aunque sea de modo sutil, alguna idea política o religiosa.
Cuando esté imitando auténticamente a Cristo, me sentiré «débil» de la misma manera que Cristo se sintió débil.
Llamar a algo propiamente por su nombre es también una forma de oración. Jesús llamó a esto ‘leer los signos de los tiempos’.
Es difícil dar la talla, nunca hacemos lo suficiente, y lo que hacemos nunca lo hacemos bien del todo.
Con frecuencia encontramos dentro de los círculos eclesiales más ira y quejas que alegría.
Hoy en día, tanto en la sociedad como en las iglesias, nos resulta cada vez más difícil resolver nuestras diferencias, ya que nuestras conversaciones son disparos a matar sin civismo, insultos, difamación y falta de respeto.
¡Nadie logra ir al cielo sin una carta de recomendación de los pobres! Es ésta una cita atribuida a James Forbes, un Pastor protestante de Nueva York, que capta maravillosamente algo que los profetas antiguos de Israel resaltaron hace muchos siglos.
Cuando nos sentimos extremadamente pobres con respecto a nuestra fe y a nuestras seguridades religiosas, Dios puede finalmente comenzar a moldearnos a su imagen y semejanza y desembocar en nuestra vida, puro y sin mancha.
Recientemente un amigo mío asistió a un funeral de un hombre que había dispuesto de su propia vida suicidándose. Al final del servicio religioso el hermano del finado habló a la asamblea cristiana.
Conozco ahora de modo existencial que la vida es frágil, que la salud es algo precioso y que tiene que apreciarse en vez de tomarla a la ligera. La fe y la esperanza están entrando a raudales en mi vida como nunca anteriormente