Para creer realmente que Dios nos ama incondicionalmente, primero tenemos que matar unos cuantos ‘cananeos’.
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En el exilio
Humildad, Ego y Grandeza
La imagen que tenemos de nosotros mismos es demasiado frágil como para permitirnos hacer nada realmente grande.
Entrando en Cuaresma
Para llegar propiamente a la Pascua, tiene que haber primero un tiempo de desierto, cenizas, tristeza y llanto.
La Fidelidad – Nuestro Mejor Regalo para Otros
La fe no es simplemente el sentimiento, de que Dios existe, es un compromiso, una entrega a una forma de vivir.
El Abrazo Sanador de la Eucaristía
Hay diferentes clases de soledad y diferentes clases de intimidad. Y sentimos malestar en muchas partes.
Madurez – ¿Ser Frío o Ser Vulnerable?
Todos nos esforzamos en proyectar una determinada imagen, en nuestra sociedad eso tiene un nombre: ser ‘frío’.
Oración: buscando profundidad
En nuestros momentos de mayor reflexión sentimos la importancia de la oración; sin embargo, tenemos que luchar para orar. No nos resulta nada fácil una oración sostenida y profunda. ¿Por qué?
Empatía hacia el Mundo
Hay una historia, más leyenda quizás que hecho real, sobre un alcalde de una gran ciudad americana, al final de los 60. No era tiempo precisamente afortunado para su ciudad: Enfrentaba bancarrota financiera, los índices de criminalidad escalaban en espiral, su sistema de transporte público ya no era seguro por la noche…
Amor Verdadero: Más que Ingenuidad y Romanticismo
Hace unos años, un ministro presbiteriano conocido retó a sus feligreses a abrir, con mayor compromiso, sus puertas y su corazón a los pobres. Los feligreses respondieron inicialmente con entusiasmo…
La Soledad, su Agonía Final en la Muerte
Cuando tenía yo 22 años, seminarista todavía, tuve el privilegio de tener una experiencia excepcional de desierto. Estuve yo en el hospital durante varias semanas, sentado con mis hermanos en una habitación de cuidado paliativo, viendo a mi padre morir.
Amor, Fe y Ritual
No es fácil mantener vivo el amor, al menos con constante fervor emocional. Malentendidos, irritaciones, cansancio, celos, heridas, diferencias temperamentales, falta de aprecio de lo que se tiene, y el simple aburrimiento, minan invariablemente nuestros márgenes emocionales y afectivos y, pronto, el fervor da paso a la rutina, la ranura se convierte en surco y el amor parece que desaparece.