Por lo general, hemos sido fieles y consistentes, a través de todos los siglos, a uno de los mandamientos de Jesús.
Por lo general, hemos sido fieles y consistentes, a través de todos los siglos, a uno de los mandamientos de Jesús.
Hay muy pocas cosas tan potentes como una imagen poética.
¿Qué queremos decir cuando afirmamos que hacemos un sacrificio?
O somos creativos o nos entregamos a alguna especie de brutalidad.
‘Siento gran lealtad tanto a Cristo como a Mahoma, primero necesitamos la disciplina de Alá, después la libertad de Jesús’.
El camino es estrecho y difícil. Y no hay atajos.
A nosotros, como cristianos, se nos pide cargar con una tensión muy real por lo que respecta al modo cómo entendemos la salvación de los no-cristianos, ya que tenemos dos enseñanzas aparentemente en conflicto dentro mismo de nuestras Escrituras y nuestra Tradición.
Como columnista, siempre he albergado una cierta monomanía sobre ser demasiado personal o exhibicionista en mis escritos… Sin embargo, de vez en cuando las circunstancias me dictan que debo escribir algo más personal, sobre mí mismo. Ésta es una de esas ocasiones.
El famoso sacerdote y escritor espiritual Henri Nouwen solía publicar páginas de su diario bajo el título “Guardando Luto y Bailando”. El título era completamente apropiado, ya que en su diario relataba mucho de su propio esfuerzo por expresar públicamente lo que bullía en su interior y, al mismo tiempo, por respetar una autoconciencia y reticencia muy sensibles, que le hacían dudar de expresar en público esos mismos sentimientos.
Cuando chiquito crecí con fuertes raíces conservadoras, católico-romanas: Con el catecismo de Baltimore, la misa en latín, el rosario diario, la misa diaria a ser posible y una rica sarta de prácticas devocionales. Y eso fue un don por el que estoy profundamente agradecido.
“Cuando entra la gracia, no hay opción – los humanos deben bailar”. El excelente poeta y ensayista W.H. Auden escribió esas palabras; y suenan tan bien que ojalá fueran verdad.