Durante años dejé que la palabra pecado me resbalara, sin comprometer a mi conciencia o a mi percepción.

Durante años dejé que la palabra pecado me resbalara, sin comprometer a mi conciencia o a mi percepción.
El creyente experimenta una profunda satisfacción siguiendo la llamada interior de darse a los otros sin esperar nada.
Esta Cuaresma, por al menos un día, intenta ayunar de las cosas rápidas, de la precipitación que vacía tanto que te acaba.
La Cuaresma debería conducirte a un punto de intensidad espiritual tal que el Triduo de la Semana Santa toque el misterio de tu propia existencia.
Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos. Pues también persiguieron a los profetas antes que a vosotros.
La escena de la oración en el huerto, fue reconfortante para mí; trataba de ser su compañía en ese momento.
“Quiero misericordia, y no sacrificios” (Sal 116). Si conociéramos el amor de Dios, ¡si quedáramos, como representa la imagen con la que acompañamos el texto, con los ojos fijos en quien se entregó por nosotros!
Hoy, como cada día de esta semana, se nos recuerda la Ley del Señor, el mandamiento principal: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”.
De nuevo nos encontramos con las tres referencias: la Ley del Señor, la dureza de corazón y la respuesta humilde adecuada. Las palabras de Jesús son fuertes: “El que no está conmigo, está contra mí” (Lc 11,23). ¡Basta de indiferencia!
La pedagogía del castigo es un lenguaje que aparece con frecuencia en los textos bíblicos.
Esta semana, según pasen las fechas, encontraremos unas llamadas constantes a cumplir los mandatos del Señor, al mismo tiempo que los textos denuncian la torpeza del pueblo.