Es posible vivir la Navidad desde diferentes perspectivas, que pueden ser complementarias.

Es posible vivir la Navidad desde diferentes perspectivas, que pueden ser complementarias.
La Iglesia confiesa que el Hijo de Dios, concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de María Virgen.
Cuando pasamos por situaciones difíciles, sentimos la tentación de pensar que estamos abandonados de la mano de Dios.
En las etapas preparatorias de la Navidad, la Liturgia tiene un proceso ascendente.
Jesús es el Mesías, el anunciado por los profetas, el Señor, y lo acredita con las obras que hace.
La auténtica alegría no se obtiene con fórmulas externas, sino con las actitudes del corazón.
Si gustas tu pertenencia a la Iglesia, si te sientes parte de ese resto que ha puesto su confianza en el Señor, y crees en la fuerza de la súplica, si no te avergüenzas de tu identidad cristiana, escucha la Palabra que hoy te dirige la liturgia.
Has sido agraciado con la noticia más transformadora, la que te anuncia que Dios envía a su Hijo para salvación de la humanidad entera, por la acción del Espíritu Santo.
Adviento significa Venida, Llegada. Durante este tiempo litúrgico las Iglesias cristianas se preparan para conmemorar, con el corazón y el espíritu preparado, hacer presente y celebrar con inmensa alegría el nacimiento de Jesús. Dos de las características principales de este tiempo que debemos potenciar son la esperanza y la vigilia.
De los textos que nos ofrece la liturgia de Adviento, quedan en la memoria expresiones y palabras que invitan a despertar y disponer el ánimo, a permanecer vigilantes, atentos, conscientes ante la próxima venida del Señor.
La Liturgia nos sitúa en escenas iniciales de la vida de Jesús. En ello se descubre la pedagogía de despertar la sana memoria del momento en el que fuimos conscientes del paso del Señor por nuestra vida, el día en que sentimos la presencia interior que sació nuestra hambre y sed de sentido.