
María Magdalena
Pocas veces un hecho relacionado con la vida de Jesús es avalado por los cuatro Evangelios, ni siquiera la Cena Pascual es descrita por todos, sin embargo, los cuatro evangelistas dan cuenta de la presencia de María Magdalena
La Resurrección de Jesús es fruto de la profunda relación de amor entre Jesús y su Padre.Ese amor no podía ser quebrado por la muerte.
Pocas veces un hecho relacionado con la vida de Jesús es avalado por los cuatro Evangelios, ni siquiera la Cena Pascual es descrita por todos, sin embargo, los cuatro evangelistas dan cuenta de la presencia de María Magdalena
A la luz de las escenas de Pascua, se comprende que aquel primer día de la semana, Jesús no se quedó en el seno de su Padre, gozando de la intimidad entrañable, amorosa que tanto anhelaba, mientras caminaba por Galilea, Judea y Samaría.
Podría parecer una contradicción que en Pascua, fiesta de la luz, del día sin ocaso, del dominio de la vida sobre la muerte, de Cristo resucitado, evoquemos la noche como icono pascual.
Es una hora señalada en los relatos de Pascua, es la hora en la que se huyen las sombras, la silueta se alarga, la tierra emite la luz recibida. Es la hora de la brisa, cuando Dios bajaba a pasear y a dialogar con Adán y Eva.
Los orantes, a esta hora interrumpen sus tareas, dan tregua a la fatiga, rezan con los salmos, se unen a toda la Iglesia en oración y reconocen al Señor, dueño del tiempo y de la historia.
El que cree no vive hora vacía, huérfana de la presencia divina, pero a su vez sabe apoyarse en la sacramentalidad que le ofrece cada hora en referencia a la vida de Jesús, el Maestro.
Podría parecer una contradicción que en Pascua, fiesta de la luz, del día sin ocaso, del dominio de la vida sobre la muerte, de Cristo resucitado, evoquemos la noche como icono pascual.
En los relatos pascuales, una hora privilegiada es el amanecer, Muchos cristianos a esta hora rezan los Laudes, oración de la mañana, y con toda la Iglesia hacen especial memoria de dos momentos principales de la Historia de Salvación, la creación y la resurrección.
Para que algo pueda ser demostrado como verdadero debe contar con la declaración de, al menos, dos testigos. Si recordamos los pasajes evangélicos que dan noticia de la resurrección de Jesús, comprobamos que en muchos de ellos aparecen dos o más testigos.
Hay textos bíblicos que no es necesario explicar, pues con tan sólo escuchar el propio interior, su impacto es suficiente para sentir cómo la Palabra de Dios llega hasta las entrañas.
Consideramos el hecho de comer o de cenar, que celebraron los discípulos con Jesús resucitado en tantas ocasiones, como alusión al sentido del gusto, experiencia que les valió a los Apóstoles para después acreditar que Cristo había resucitado.
Los aromas son algo aparentemente superfluo, pero manifiestan la gratuidad, el amor más generoso. Jesús defendió a la mujer que lo ungió con perfumes.
Manos que palparon, y que abrazaron. Manos que mostraron los trofeos de la Pasión. Memoria del gesto más emblemático, la fracción del pan.
Deseo ofreceros, mi reflexión acerca de los sentidos. Sorprende cómo, al tener presentes las diferentes narraciones de las apariciones de Jesús, se descubre la importancia que dan los Evangelios a la implicación de los sentidos.
No se puede soslayar uno de los datos más significativos que señalan los relatos pascuales de todos los evangelios: las mujeres fueron las primeras en conocer la noticia del sepulcro vacío y de la resurrección de Cristo.
Hay muchos pasajes evangélicos donde los interlocutores son anónimos. De este modo, la personalización es mayor, pues podemos imaginarnos en su lugar y vernos como destinatarios directos de las palabras de Jesús.
Las escenas evangélicas de Pascua giran en torno al cenáculo o a una comida. Tanto respecto a la comida que le dan los discípulos a Jesús en Jerusalén, como a la que Él les tiene preparada en las orillas del Lago de Tiberiades, se especifica que era pescado.
La alegría de la Pascua no responde a un ciclo anual, ni al buen tiempo o despertar de la naturaleza, sino a la noticia que fundamenta la fe cristiana, la resurrección de Jesucristo, una vez para siempre.
Volver a Galilea es volver al inicio del seguimiento, al ejercicio de memoria para recordar lo que sucedió cuando Jesús se encontró por primera vez con sus discípulos, a aquellos momentos luminosos junto al Lago de Tiberiades, a los paseos en barca, las noches al raso bajo las estrellas en un clima suave, entorno florecido, convivencia cercana con el Nazareno.
Pascua es paso del pecado a la gracia, del rencor al perdón, de la tristeza al gozo. Pascua es paso de la duda a la fe, del resentimiento a la alabanza, del ensimismamiento a la entrega, de la soledad a la pertenencia comunitaria.