Cuando se vive juntos día tras día, uno experimenta la perseverancia como una gracia de Dios; pues si hiciéramos caso de los primeros impulsos, probablemente sintiéramos con frecuencia la tentación de experimentar otros caminos en solitario.
Dios está en la cotidianidad de mi vida. No me espera a una hora fija, sino que simplemente está en mi y en todo lo que me rodea haciéndose notar más o menos.
Mi disposición durante el día es de entrega a los demás, con una visión cristiana de poderles ayudar en los problemas más urgentes que tengan, y sin ningún interés material, más bien deseando el mayor beneficio espiritual a todos los que trate en dicho dí
La espiritualidad no se aprende en los libros sino que se elabora en el vivir cotidiano hecho, aparentemente, de monótonas rutinas, de contactos breves, en los que muchas veces funcionamos más que vivimos.
Durante algún tiempo la espiritualidad ha estado reservada a los «profesionales» de la religión. Tenía que ver con la búsqueda de la perfección. Actualmente está adquiriendo un sentido más amplio y realista. Son espirituales las personas que viven con sen