En el exilio

Home arrow_carrot 2right icon Espacios arrow_carrot 2right icon En el exilio
Como cristianos, creemos que llevamos la imagen de Dios en nosotros y esta es nuestra más profunda realidad. Hemos sido creados a imagen de Dios. Pero concebimos esta imagen de una forma demasiado ingenua, romantica y piadosa. Imaginamos que en algún lugar dentro de nosotros hay un bello icono de Dios estampado en nuestras almas. Puede ser, pero Dios, tal y como afirma la Escritura, es más que un icono. Dios es fuego -libre, infinito, inefable, incontenible. (Ron Rolheiser, OMI)
¿Qué hace un buen matrimonio?

¿Qué hace un buen matrimonio?

Ronald Rolheiser | En el Exilio
Un buen matrimonio enseña más que cualquier curso. Es chimenea que da calor, mesa que ofrece alimento, vaso que soporta el dolor y cuerpo de Cristo que nutre al mundo. Así vivieron mis tíos: con fe, amor y hospitalidad, compartiendo su vida y sosteniendo a muchos con esperanza.

Una herida antinatural

Una herida antinatural

Ronald Rolheiser | En el Exilio
La muerte de un hijo deja una herida profunda y antinatural que ni el tiempo ni la fe pueden borrar. Este artículo reflexiona sobre por qué ese dolor es tan persistente y cómo la fe puede ayudarnos a vivir con él sin eliminarlo.

¿Qué es la inocencia?

¿Qué es la inocencia?

Ronald Rolheiser | En el Exilio
¿Qué es la verdadera inocencia y por qué no debemos dejar de anhelarla? Un recorrido profundo por el alma humana y su anhelo de integridad.
Descubre cómo recuperar el asombro perdido y vivir con el corazón de un niño.

¿Qué hace un buen matrimonio?

¿Qué hace un buen matrimonio?

Ronald Rolheiser | En el Exilio
Un buen matrimonio enseña más que cualquier curso. Es chimenea que da calor, mesa que ofrece alimento, vaso que soporta el dolor y cuerpo de Cristo que nutre al mundo. Así vivieron mis tíos: con fe, amor y hospitalidad, compartiendo su vida y sosteniendo a muchos con esperanza.

Una herida antinatural

Una herida antinatural

Ronald Rolheiser | En el Exilio
La muerte de un hijo deja una herida profunda y antinatural que ni el tiempo ni la fe pueden borrar. Este artículo reflexiona sobre por qué ese dolor es tan persistente y cómo la fe puede ayudarnos a vivir con él sin eliminarlo.